Tierra Santa: «Es una situación insoportable de castigo colectivo»

Informe de Pax Christi International en Bruselas

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BRUSELAS, 26 feb 2001 (ZENIT.org).- A su vuelta de una visita de una semana en Israel y Palestina, dos miembros de una delegación de «Pax Christi International» hicieron el pasado 23 de febrero, en Bruselas, declaraciones sobre sus primeras impresiones acerca de las realidades que han visto y los múltiples contactos que han establecido «in situ».

La delegación de Pax Christi, que ha estado del 15 al 21 de febrero en Tierra Santa, estaba integrada por monseñor Ad van Luyn, obispo de Rotterdam y presidente de Pax Christi en Holanda; el profesor Willem van Genugten, que enseña Derecho Internacional en la Universidad Católica de Brabant y de Derechos Humanos en la Universidad Católica de Nimega en Holanda; Tijl Declercq, ex parlamentario belga y del Consejo de Europa, coordinador del grupo de trabajo sobre Oriente Medio en Pax Christi de Flandes y ex miembro del comité directivo de Pax Christi International; Paul Lansu (Secretariado Internacional de Pax Christi); Marjolein Wijninckx de Pax Christi de Holanda.

El viaje fue minuciosamente preparado, de acuerdo con monseñor Michel Sabbah, patriarca latino de Jerusalén, presidente internacional de Pax Christi. «Pero la delegación –informa esta organización internacional en un comunicado– tuvo cuidado de no confundir el punto de vista del movimiento católico por la paz con el del Patriarcado».

Los representantes de Pax Christi, subraya Paul Lansu, tomaron las precauciones necesarias para poder efectuar su trabajo «con toda independencia». Hablaron con una serie de interlocutores, israelíes y palestinos, dirigentes políticos y responsables religiosos y representantes de organizaciones sociales y económicas.

«Prisión a cielo abierto»
Lo primero que han constatado los visitantes es que el hecho de que los territorios ocupados sean circundados por el Ejército y la policía israelí ha creado una situación de «»prisión a cielo abierto» –dijo Tijl Declercq–. En el pueblo de Ramallah, al norte de Jerusalén, se circula libremente. Pero entrar y salir puede costar dos horas. Un camión lleno de tierra o algunos bloques de hormigón bastan para cerrar la carretera e instalar un puesto de control. Y allí no queda otra que armarse de paciencia ¿cuánto tiempo? ¡La respuesta es tan arbitraria cuanto imprevisible el bloqueo de la vía!». «Este tipo de «prisión» es todavía más insoportable –subraya T. Declercq– porque pone la salud, si no el viaje, en peligro. ¿Qué hacer cuando el bloqueo de los caminos impide la llegada de medicamentos, retarda el socorro a un herido o el traslado de urgencia de una mujer embarazada a un hospital?»

«Estrategia del terror»
En la región de Hebrón, la delegación ha constatado que la ocupación de tierras por los colonos israelíes prosigue a golpes de hostigamiento y prejuicios contra los habitantes palestinos para desalojarlos. «Antiguos militares o grupos paramilitares israelíes están de acuerdo con la policía y el Ejército, que no intervienen ante las humillaciones a las que se somete a los palestinos».

Esta es una «estrategia del terror», comentó T. Declercq. «Rechazando intervenir contra los abusos de los colonos, la policía y el Ejército israelíes se hacen cómplices de la anarquía», añadió. Las colonias judías en los Territorios Ocupados constituyen un problema mayor para la paz, a los ojos de Pax Christi International. No sólo su mantenimiento viola los principios elementales del derecho internacional, sino que el fenómeno se ha agravado después del acuerdo de Oslo, en septiembre de 1993. A las 32.750 células de residencia familiar, asentadas
en la época, en Cisjordania y Gaza, se han añadido 17.190 nuevas células hasta julio de 2000. Gracias a esta aportación suplementaria de 84.000 colonos, su número total se acerca a 200.000 actualmente.

«Asfixia de la economía»
Según los acuerdos negociados entre israelíes y palestinos, una parte de las tasas para la exportación percibidas por el Estado judío debe ser entregada a la Autoridad Palestina para permitirle, entre otras cosas, pagar a sus funcionarios. Bajo el ex primer ministro, Ehud Barak, al menos 500 millones de dólares habrían sido confiscados por Jerusalén. T. Declercq ve en ello un dispositivo típico de «la estrategia de la asfixia de la economía palestina».

Ante la delegación de Pax Christi, los dirigentes económicos han incluso informado sobre los miles de trabajadores palestinos ilegales, situación que se ha agravado por el cinturón que asfixia a los territorios ocupados.

¿Refugiados para siempre?
La cuestión de los refugiados palestinos sigue en el mismo punto. «Pax Christi –dice el comunicado– no teme reafirmar su número: de 750.000, en 1948, se han convertido en cinco millones hoy día, «aparcados en 59 campos en Cisjordania, Gaza, Jordania, Siria y Líbano o dispersos en otras regiones». Estas cifras proceden de los informes del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

«Las principales reivindicaciones respecto a los refugiados son el derecho al retorno y a una indemnización, como lo prevé la Resolución 194, votada por la Asamblea General de la ONU de 1948. Una primera etapa en la solución de este problema sería que Israel reconociese lo que es la causa principal», subraya Pax Christi. Esta es la posición que el movimiento defenderá en la primavera próxima ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en la 57 sesión que se celebrará del 19 al 27 de marzo. Allí se tratará también de la prosecución de los asentamientos de colonias judías.

Una Ciudad Santa para todos
Además de con el patriarca latino Michel Sabbah y el patriarca armenio Torkom II, la delegación de Pax Christi se entrevistó con responsables de Iglesias, rabinos y el Gran Mufti de Jerusalén.

«Todos dijeron que cuentan con la solidaridad de los cristianos con las víctimas –afirma Paul Lansu–. Monseñor Sabbah insistió varias veces: solidaridad con las víctimas que otros hacen. Pero varios han deplorado también que el papel de las Iglesias siga siendo muy débil y demasiado silencioso cuando se trata de denunciar el odio».

Por lo que se refiere al estatuto de Jerusalén –dijo Pax Christi– no se puede compartir la óptica defendida el año pasado por Ehud Barak según la cual se podría considerar un estatuto si se refiere a una pequeña comunidad palestina en Jerusalén, pero bajo una soberanía global del Estado judío y sin posibilidad de nexo directo con los Territorios Ocupados. La preocupación de Pax Christi no es sólo la perspectiva de una Ciudad Santa para las tres grandes religiones monoteístas.. Como los responsables religiosos, esta organización mantiene que los lugares y los símbolos religiosos no deben ser usados con fines políticos.

¿Dónde está Europa?
En Tierra Santa, la delegación de Pax Christi no ha encontrado «a nadie que sea optimista. El ministro israelí de Asuntos Exteriores ha reconocido sin embargo que las primeras víctimas de la situación son los palestinos. Pero el ministro no ha llegado a percibir la tragedia de todo un pueblo palestino, ultrajado en sus derechos desde hace más de medio siglo y que todavía sufre la situación como «un inmenso castigo colectivo» a causa de la protesta violenta en nombre de su dignidad».

Por el contrario, la delegación de Pax Christi ha oído al viceprimer ministro israelí reafirmar que «ceder sobre el tema del derecho al retorno de los refugiados equivaldría a firmar un suicidio del pueblo de Israel». «Es como si cada día que pasa, el malentendido entre las dos partes en conflicto se agravara», señala Pax Christi.

Esta percepción global ha animado a Pax Christi, en su deseo de ayudar o incitar a los palestinos y judíos a reescribir su historia, a comenzar por lo que cuentan los libros escolares, a menudo deformado por viejos prejuicios, que bloquean toda visió
n de porvenir. «Allí, palestinos y judíos parecen resueltos a afrontar este trabajo. Por lo que se refiere a los palestinos esta obra educativa necesitará esfuerzos materiales considerables. La ayuda de Europa sería muy apreciada», indica Pax Christi.

«Pero el papel de los europeos debería afrontarse con más envergadura todavía, según el movimiento por la paz. En Palestina y en Jerusalén, las constataciones hechas por la delegación –concluye el comunicado– han puesto de nuevo sobre el tapete una cuestión: ¿Pero donde está Europa?».

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ZENIT Staff

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