ROMA, 27 feb 2001 (ZENIT.org).- Con el lema «Los desafíos de la ciencia», luminarias de la astronomía, la física, la neurobiología, inmunología, etc. de todo el mundo, se han dado cita en la Academia Pontificia de las Ciencias, en el Vaticano, para celebrar un debate de dos días, viernes y sábado de la pasada semana.
La cita ha servido, además, para hacer un recuerdo especial del científico brasileño Carlos Chagas, que fue presidente de la Academia de 1972 a 1988, en el primer aniversario de su muerte.
En el curso de la reunión, los participantes, todos ellos miembros de esta Academia de las Ciencias, la primera de la historia, han analizado las nuevas fronteras y las implicaciones ético-filosóficas que se plantean a los investigadores tras los últimos avances en campos los alimentos transgénicos o la biomedicina: mapa del genoma humano o investigación sobre las células estaminales…
El canciller de la Academia, monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, que ha sido elevado hace poco por el Papa a la dignidad episcopal, ha hecho ante los micrófonos de Radio Vaticano un perfil de Carlos Chagas y de su herencia científica y moral.
«Indudablemente –explica–, Chagas es una figura del mundo de la ciencia y provenía de una familia de científicos. El padre de Chagas, que también se llamaba Carlos, es muy famoso, sobre todo en América Latina, porque descubrió el llamado «mal de Chagas», en 1909. Se dedicó al estudio de esta enfermedad y fundó un Instituto muy importante en Brasil, del que han surgido muchos centros que se dedican a combatir esta plaga».
La enfermedad de Chagas es considerada como el cuarto de los flagelos mortíferos de América Latina, después de las infecciones respiratorias, la diarrea y el sida. Científicamente responde a la denominación de tripanosomiasis y es transmitida por un insecto.
Por su parte, el hijo, añade el futuro obispo, «fue presidente durante 16 años de la Academia, en la última parte del pontificado de Pablo VI y en la primera parte del de Juan Pablo II. Organizó congresos importantes. Era un hombre que tenía un carisma indudable, atraía. Las actas de la mayor parte de estos congresos han sido publicadas y todos pueden aprovecharse ahora de estas investigaciones».
En el encuentro de la semana pasada, que ha tenido lugar en el Vaticano, monseñor Sorondo revela que los miembros de la Academia Pontificia han querido homenajear a Chagas con una investigación, cada uno según su campo específico. De hecho, lo que distingue a la Academia de las Ciencias del Papa de las que existen en el resto del mundo es su internacionalidad (hay miembros de todos los continentes) y su carácter multidisciplinar.
«Uno de los temas más debatidos es el de los alimentos transgénicos, de los que hoy se discute tanto –añade el prelado–. Una vez más la Academia ha tratado de vivir su finalidad y presentar al hombre de hoy las investigaciones concretas en favor de su humanización y de una mejor calidad de vida».
El obispo argentino no ha filtrado conclusiones sobre la discusión en este campo de la alimentación transgénica. Para tener más detalles habrá que esperar a futuros encuentros y publicaciones de esta Academia que desde los tiempos de Galileo Galilei –fue uno de sus primeros miembros– busca transmitir un saber científico en armonía con las exigencias éticas.