BELFAST, 6 septiembre 2001 (ZENIT.org).- La bomba lanzada este miércoles en las proximidades de la escuela primaria Holy Cross en la zona de Ardoyne, Belfast, hiriendo a cuatro policías y aterrorizando a las pequeñas colegialas, supone un paso más en la escalada de violencia en Irlanda del Norte.

La milicia protestante «Red Hand Defenders» («Defensores de la Mano Roja»), tapadera de elementos de grupos militantes protestantes, reivindicó la autoría del atentado.

Las imágenes de las pequeñas, llorando mientras eran atacadas con piedras e insultos, han dejado estupefacto al mundo. El padre John McCamus, portavoz de monseñor Patrick Joseph Walsh, obispo de Down and Connor revela en declaraciones al diario Avvenire «Es algo vergonzoso, triste. El martes, acompañé al obispo Walsh durante su visita a la escuela Holy Cross. Su presencia representó un momento de paz y de seguridad. Pero el terror en la mirada de aquellas criaturas inocentes es una prueba manifiesta del trauma causado por los tumultos».

Al explicar las causa del atentado, el sacerdote explica que la localidad de Ardoyne «es el fruto de la inestabilidad política causada por la crisis de las instituciones en Irlanda del Norte. El problema está ligado al hecho de que la escuela está situada en un barrio en el que viven tanto protestantes lealistas como católicos unionistas».

«Las primeras señales de un empeoramiento de la situación se dieron ya en junio explica el padre McCamus, hacia el fin de curso. Y con la vuelta a la escuela han estallado los desórdenes. Pero se trata de una situación que tiene sus raíces en el pasado y los recientes ataques son obviamente el síntoma de una situación general».

El riesgo, según este portavoz de la diócesis es el que otras escuelas se conviertan en objetivo de la violencia, ahora bien, estos actos «han llegado a un nivel que disgusta incluso a algunos representantes de la causa lealista, señal de que quizá la situación está a punto de cambiar».

El representante de la Iglesia católica considera que sólo el diálogo puede cambiar la situación. «La Iglesia Católica está impulsando el diálogo entre los representantes de las diversas comunidades de la zona. Pero antes de que se pueda iniciar el diálogo debe acabar la violencia».

El sacerdote explica que la disposición de los líderes religiosos protestantes, en este sentido, es positiva: «Ayer por la mañana, el moderador de la iglesia presbiteriana visitó la escuela Holy Cross y fue luego a la escuela protestante. Un hecho verdaderamente significativo y que ha sido acogido muy positivamente».

Mientras tanto, las niñas del colegio Holy Cross y sus padres recorrían en la mañana de este jueves, por cuarto día consecutivo, el camino hacia el colegio por el barrio de Ardoyne rodeadas de policías, blindados y alambradas, ante una manifestación pacífica de un centenar de lealistas que se limitaron a abucheos, silbidos y golpes con tapas de cubos de basura .