MURCIA, 10 septiembre 2001 (ZENIT.org).- «Razones para no Abortar» es la última obra publicada por Gloria Tomás, profesora de Bioética y de Bioquímica en la Universidad Católica San Antonio (UCAM), que comienza la serie «Temas de Actualidad», dentro de la colección Cuadernos de Teología.
El volumen ofrece una amplia y razonada panorámica sobre el fenómeno del aborto provocado, su tratamiento legal y social o sus aspectos ético-morales.
La autora es doctora en Farmacia, orientadora familiar y posee un máster en Bioética. En la actualidad es profesora de Bioética y de Bioquímica en la UCAM. Es coautora de varías monografías sobre bioética y en el año 2000 recibió el Premio de España otorgado por la Asociación de Farmacéuticos Católicos por su ensayo «Un sí a la vida». Ha publicado diferentes textos escolares, entre los que destaca «Cartas ecológicas a una juventud con riesgos».
En esta entrevista concedida a Zenit, explica los motivos que le han llevado a escribir este libro contra corriente.
–¿Por qué la elección de este título, «Razones para no abortar»?
–Gloria Tomás: En principio, quise encontrar un título atractivo, actual, llamativo. Ése es el motivo sencillo. Pero hay una motivación más profunda: el tema del aborto es muy serio, porque va en ello la vida humana; sin embargo mi intención fue buscar un título que apelara a la libertad de cada persona, que es la mayor conquista de este siglo: se trata de proponer argumentaciones para aclarar la verdad, o para seguir buscándola. El libro trata de convencer, no de imponer: se trata de fomentar el buen uso de la libertad del hombre, que va inseparablemente unido al ejercicio de la razón.
–¿Cuál es según su criterio la mayor razón que puede tener una mujer hoy para no abortar?
–Gloria Tomás: La principal razón es que la vida es sagrada. Desde un punto de vista fundamentado en el cristianismo, cada persona ha sido creada a imagen y semejanza de Dios, y es para siempre. Y está llamada, como muy bien explica el Vaticano II en la «Gaudium et spes», es la llamada a la persona a ser por sí misma.
Desde un punto de vista natural, sin apelar al mensaje cristiano, dicen los filósofos que cada persona es una «novedad radical». Es verdad que una persona es incomunicable, que tiene defectos, pero también es verdad que es irrepetible y que tiene siempre, siempre, algo que aportar. Incluso la persona aparentemente más indigente puede servir para desarrollar el amor de su madre.
–Si se trata de una cuestión natural, que afecta a la especie humana en cuanto tal, ¿por qué parece que sólo la Iglesia católica esté «obsesionada» en la lucha contra del aborto?
–Gloria Tomás: El siglo XX pasará a la Historia como uno de los más paradójicos: una de las paradojas más chocantes es el gran desarrollo, por un lado, de la técnica en defensa de la vida y, por otro lado, el gran miedo a la vida; quizá porque el término «vida humana» se confunde con el término «calidad de vida». Estas posibilidades técnicas tan grandes han creado a veces «pequeños fantasmas» imaginarios, como creer que la vida está en conseguir todo lo que la técnica puede ofrecer.
Sin embargo, la vida humana tiene en sí tal riqueza, que puede generar felicidad por sí misma. En España, por ejemplo, sin entrar en más casuística, no sólo la Iglesia está en contra del aborto, hay mucha más gente. Pero tenemos una legislación durísima que hace que muchas voces queden apagadas.
También creo que a nivel político y social, esta ideología de la no defensa de la vida es hoy la que impera. Porque si a este nivel se valorara un poquito cada vida humana, por cada nacimiento el Gobierno debería facilitar a los padres una casa mejor, más dinero, más posibilidades…
Muchas polémicas sobre la defensa de la vida son estériles porque no se llega a la raíz del problema, que supone las enormes dificultades –de presión social, laboral, económica, etc.– que una mujer debe enfrentar hoy a la hora de tener un hijo.
–A nivel mundial, según la ONU, el gran problema va a ser el envejecimiento de la población. ¿Cómo puede estar dándose, al mismo tiempo, una cada vez mayor difusión de la contracepción y del aborto?
–Gloria Tomás: Es otra de las paradojas a las que aludía anteriormente: envejecimiento de la población y, a la par, cada vez mayores técnicas para evitar embarazos. ¡Pero también mayores técnicas para conseguir el embarazo deseado! En todo esto hay una grave reducción del sentido de la persona, que se ha convertido, en realidad, en un bien de consumo, en un bien de consumo afectivo: ¿Me apetece el hijo? Lo tengo. ¿No me apetece? No lo tengo. En resumen, un desprecio a la vida, por no comprender lo que es la vida y su valor. ¿Por qué no se comprende la vida? Porque es misteriosa. Cuando un matrimonio tiene un hijo, saben que «es» de ellos, pero al mismo tiempo, comprenden que «no es del todo» de ellos: interviene algo misterioso que proviene de Dios. Al quitar ese misterio, la nueva vida pasa a ser algo de tejas para abajo. Y sin criterio, termina orientándose como un problema.
–Como experta en bioética y como profesional sanitario, ¿no crees que se echa en falta, cuando se discuten estos temas, las voces de los médicos?
–Gloria Tomás: La sanidad ha sido siempre una consecuencia de que el hombre enfermaba, y venía a ser como una «fámula solícita» que protegía la debilidad. Pero al socializarse la medicina, al tecnificarse, este sentido primigenio no siempre se ha ocultado, pero sí ha quedado en un segundo o tercer lugar.
Muchos biosanitarios, sobre todo los que están en el terreno de la investigación básica, se han visto deslumbrados por los avances de la investigación científica en sí, pero no de la ciencia para humanizar. Se prescinde de la orientación humanitaria en las carreras sanitarias y se quedan con la parte científica. Por otra parte, a los sanitarios «de a pie» les caen muchos «muertos». Muchas veces su principal tema es que tienen que sacar adelante su profesión.
Pongamos el caso de la objeción de conciencia de los farmacéuticos: en algunos sitios les obligan a vender la píldora abortiva o les ponen una multa…. En mi opinión, entre los sanitarios hay mucha gente que, calladamente, está actuando bien; pero creo que la defensa pública de la vida no es tanto tarea suya, sino de los políticos y de los formadores de la opinión. Un sanitario ahora se encuentra con que puede no avanzar profesionalmente, e incluso hundirse, porque las leyes, la política y la sociedad le van en contra. Aunque hablen, la mayor parte de las veces no se les escucha.
–La proliferación de libros-testimonio y divulgativos (como el de Gianna Jessen) contra el aborto está siendo mayor de lo que se esperaba, considerando que la sociedad parece haber enterrado ya el debate sobre la despenalización del aborto. ¿Acaso la polémica sigue viva?
–Gloria Tomás: Dice Juan Pablo II que el mal, ni es lo más importante, ni es lo definitivo. Tras una época más o menos dolorosa, todas estas cosas pasarán. Dice también que el hambre insaciable de verdad, de belleza, de libertad, de unidad, y la voz de la conciencia, jamás se acallarán. Por mucho que a la persona la envenenen, nunca se podrá envenenarla del todo. Por otra parte, la gente ahora necesita modelos para saber cómo actuar. Estos libros-testimonio, de una manera sencilla, nos dan pautas asequibles de lo que puede ser mejor.
–¿Cree, por tanto, que se puede dar marcha atrás en las legislaciones del aborto y la contracepción?
–Gloria Tomás: No soy experta en estudios sociológicos o políticos; como persona de la calle, medianamente informada, parece que no se puede dar marcha atrás, aunque, desde una perspectiva hist
órica, se han visto caer muchos imperios. Creo que la mano de Dios es mucho más poderosa, y que Él es el Señor de la historia. Por eso creo que las cosas cambiarán algún día. En resumen, confío en que, como señala el Papa, las lágrimas del siglo XX sean la primavera del siglo XXI.