NEWARK, 11 septiembre 2001 (ZENIT.org).- ¿Qué es lo que hace que la caridad sea «cristiana»? A este interrogante de candente actualidad entre las organizaciones de asistencia católicas respondió este lunes el arzobispo Paul Josef Cordes, presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum», al intervenir ante la Conferencia nacional de las Catholic Charities.
Las Catholic Charities, dirigidas por los obispos estadounidenses, son la red privada de ayuda más grande del país. Su compromoso es complementado en el extranjero por los Catholic Relief Services.
Ante los 600 delegados de la organización, en la que trabajan a tiempo completo 50.488 personas y que cuenta con 200.000 voluntarios, el arzobispo Cordes subrayó la importancia de no omitir nunca, en la acción de asistencia, la genuina impronta evangélica, que hace de la caridad cristiana algo muy superior al simple «humanitarismo».
El «humanitarismo», explicó hunde sus raíces en el mundo greco-romano, y se rige «por la justicia y no por la compasión».
«Ama al prójimo como a ti mismo», explicó el arzobispo alemán, es un mandamiento que «no nace sobre el terreno del humanismo secular, sino de la revelación bíblica».
El amor por el hermano necesitado constituye, por tanto, antes que nada, un «reflejo» del amor de Dios por toda persona. Una dimensión que hace radicalmente diferente la caridad cristiana del simple «bienestar» de raíz laica.
La caridad se convierte así en caricia de Dios para cada persona, a través del servicio desinteresado del creyente.
Redescubrir esta conciencia, concluyó el arzobispo, es una necesidad para todos y una llamada a la conciencia de cada uno, como lo demuestra diariamente la generosidad de tantos jóvenes en Estados Unidos y en el resto del mundo.