FROSINONE, 16 septiembre 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II hizo este domingo un sentido llamamiento a Estados Unidos para que en estos momentos de dolor, tras los terribles atentados de Nueva York y Washington, «no ceda a la tentación del odio y de la violencia».

Mientras el gobierno y el ejército estadounidense examinan el tipo de respuesta que deben ofrecer a los salvajes ataques kamikaze, después de recibir la aprobación para el uso de la fuerza del Senado, el pontífice presentó al «querido pueblo estadounidense» la invitación a reaccionar con «justicia».

El Santo Padre pronunció estas palabras ante las cuarenta mil personas que se congregaron en una plaza de la pequeña localidad de Frosinone, en el centro de Italia, a donde se dirigió este domingo en la visita pastoral número 140 a Italia.

Al final de la misa, en la que se rezó por Estados Unidos, antes de despedirse de los fieles, el Santo Padre elevó una oración a María.

«Que la Virgen lleve consuelo y esperanza a todos los que sufren a causa del trágico atentado terrorista, que en los días pasados ha herido profundamente al pueblo estadounidense», oró el Papa.

«Dirijo también ahora mi pensamiento afligido y solidario a todos los hijos de esa gran nación --añadió--. Que María acoja a los difuntos, consuele a los supervivientes, apoye a las familiares particularmente golpeadas».

Por último, el obispo de Roma elevó sus oraciones para que el pueblo de Estados Unidos «no ceda a la tentación del odio y de la violencia, sino que se comprometa al servicio de la justicia y de la paz».

Juan Pablo II sigue muy de cerca la evolución de los hechos en Estados Unidos. Ha sido la tercera vez que toma la palabra públicamente para expresar su cercanía al país.

Nada más recibir las noticias de los atentados del 11 de septiembre, se retiró en oración sin detenerse a ver las terribles imágenes. Poco después, envió un emocionado telegrama a George W. Bush.

Al día siguiente, miércoles, dedicó la audiencia general a rezar por las víctimas, los heridos, sus familiares, los socorristas y bomberos, y por los gobernantes de ese país.

El jueves, recibió al nuevo embajador de Estados Unidos ante la Santa Sede, James Nicholson. El viernes interrumpió a mediodía sus audiencias para retirarse en oración.