Los criterios éticos de la biotecnología: Interviene el cardenal Sodano

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En pleno debate sobre organismos genéticamente modificados

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CIUDAD DEL VATICANO, 19 septiembre 2001 (ZENIT.org).- Una intervención del brazo derecho de Juan Pablo II en la guía de la Santa Sede ofrece interesantes criterios de reflexión ética sobre una de las cuestiones candentes del momento: el uso de las biotecnologías, en particular en la agricultura.

El cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano, afrontó el argumento el viernes pasado, al intervenir ante la Coldiretti, la asociación más grande de agricultores italianos, que tiene entre sus fundadores al mismo padre del purpurado.

El cultivo y consumo de organismos genéticamente modificados se ha convertido en los últimos años en un debate intenso en la opinión pública, frente al que se han pronunciado en contra algunos movimientos antiglobalización.

Tras constatar los grandes progresos que ha realizado la agricultura en las últimas décadas, Sodano consideró: «Los nuevos recursos de la ciencia, que son aplicados en las tecnologías animales y vegetales, deben ser gobernados y utilizados para contribuir a combatir la miseria y los factores de contaminación, para mejorar la producción de los alimentos necesarios sobre todo en las zonas pobres del mundo».

Ahora bien, el purpurado sin embargo, reconoció que este objetivo exige «rigurosos criterios de cautela y de control» para evitar «los riesgos para la salud humana» y para tener sumamente en cuenta «la conservación de la biodiversidad», indispensable para «los hombres de hoy y de mañana, así como para la belleza del universo y el equilibrio del ecosistema».

En este sentido, el cardenal italiano citó como documento orientador el libro «Biotecnologías animales y vegetales, nuevas fronteras y nuevas responsabilidades» («Biotecnologie animali e vegetali, nuove frontiere e nuove responsabilità»), publicado por la Academia Pontificia para las Ciencias (Cf. Zenit, 13 de noviembre de 2000).

«Al igual que cualquier otro recurso que proviene de la ciencia y del ingenio del hombre –subrayó el cardenal– las tecnologías no deben ser demonizadas, sino empleadas para el bien común de todos los hombres».

Por esto, concluyó, «ante estas nuevas emergencias, los Estados y la Comunidad Internacional tendrán que dotarse de adecuadas normas legislativas en la perspectiva de una nueva fase del derecho, que se define «bioderecho», y que debe estar ante todo en defensa de la vida humana y de la preservación de la biosfera».

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ZENIT Staff

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