CASTEL GANDOLFO, 21 septiembre 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II recordó este viernes a Nicaragua, semanas antes de que tengan lugar las elecciones presidenciales, que no puede haber auténtica democracia sin respeto de los derechos humanos o con el asentamiento de totalitarismos encubiertos.
Auténtica democracia
Al encontrarse con los obispos del país centroamericano, el pontífice invitó a los católicos nicaragüenses «a elegir unas opciones democráticas que garanticen la concepción cristiana del hombre y de la sociedad, la cual pasa ineludiblemente por los derechos fundamentales de la persona en todos sus aspectos».
Asimismo, el obispo de Roma alertó ante «cualquier forma de totalitarismo visible o encubierto».
El Papa Wojtyla entregó en Castel Gandolfo a los prelados nicaragüenses, entre quienes se encontraba el presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal salesiano Miguel Obando Bravo, de Managua, este discurso tras concelebrar en la mañana la eucaristía como conclusión de su quinquenal visita «ad limina apostolorum» a la Santa Sede.
Las elecciones presidenciales, que tendrán lugar el próximo 4 de noviembre enfrentan al candidato sandinista y ex presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y a Enrique Bolaños del Partido Liberal Constitucionalista (PLC-derecha). Los sondeos, que en un primer momento asignaban una amplia victoria a Ortega, asisten ahora a una reñida recta final.
Juan Pablo II visitó por primera vez Nicaragua, en 1983, en plena presidencia de Ortega. Durante la misa, que el celebró el 4 de marzo, en la Plaza de la Revolución de Managua, militantes sandinistas impidieron que la gente escuchara las palabras del pontífice, vociferando a gritos: «¡Poder Popular!», «¡Iglesia Popular!». La prensa internacional calificó el acto de «profanación» y de «provocación blasfema».
Sin embargo, el Papa en su discurso de este viernes no hizo mención al episodio, al referirse a las próximas elecciones. Apoyando el mensaje publicado durante la campaña electoral por los obispos del país («Para la Libertad nos liberó Cristo Jesús»), invitó a la población «a ejercer sin ambages el derecho y el deber del voto, pensando en el bien de la nación» y, dirigiéndose a los hombres de Iglesia, recordó que la política es el terreno propio de compromiso de los laicos.
El desafío: la familia
Como prioridad fundamental para la comunidad eclesial en Nicaragua, en colaboración con las instancias públicas, el pontífice presentó «la estabilidad de la familia» y el favorecimiento de «su progreso espiritual y material».
«No ignoro las dificultades que la institución familiar encuentra también en Nicaragua, especialmente respecto al drama del divorcio y del aborto, así como a la existencia de uniones no acordes con el designio del Creador sobre el matrimonio –dijo el Papa–. Esta realidad es un desafío que ha de estimular el celo apostólico de los Pastores y de cuantos colaboran con ellos en este campo».
La Iglesia en Nicaragua está compuesta por la arquidiócesis de Nicaragua, seis diócesis y una vicaría apostólica. Nicaragua tiene unos cinco millones de habitantes, de los que el 76 por ciento es católico y el 15 por ciento protestante.