Cardenal Poupard: Hay un cine para la guerra y un cine para la paz

Mensaje a la I Muestra y Congreso Internacional de Cine por la Paz

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CIUDAD DEL VATICANO, 5 octubre 2001 (ZENIT.org).- El cine tiene una función decisiva en tiempos de violencia y guerra. Lo constata el cardenal Paul Poupard en el mensaje que envió a la la I Muestra y Congreso Internacional de Cine por la Paz, que se celebró en Cartagena de Indias, del 24 al 28 de septiembre de 2001.

Ofrecemos a continuación el texto del purpurado.

* * *

1. «El cine: imágenes para la paz y el diálogo entre los pueblos en el tercer milenio». Con este significativo título, se abre la primera edición americana del Congreso y la Muestra internacional de cine en el marco incomparable de la ciudad de Cartagena. El Festival de Cine Espiritual «Tertio Millennio», nacido en Roma hace cuatro años, inicia así una nueva andadura en tierras americanas. Se trata de una experiencia pionera, que a lo largo de estos años se ha ido consolidando como una presencia alternativa en el panorama cinematográfico. El festival de Cine Espiritual «Tertio Millennio» se propuso desde su comienzo rescatar una dimensión olvidada del cine, que con frecuencia queda oscurecida por las exigencias de un mercado cinematográfico que privilegia únicamente la banalidad, la violencia y el sexo. Esta dimensión del cine es su condición de vehículo de transmisión de valores espirituales, aquellos que hacen que el hombre sea más auténticamente hombre: libre, entregado, dialogante.

2. Vivimos tiempos difíciles para la paz. Nuestras retinas conservan aún las tremendas imágenes del salvaje atentado del 11 de septiembre, como sacadas del peor cine de catástrofe. Improvisamente, todos nos hemos sentido amenazados. Soplan vientos de guerra, y la humanidad se siente sobrecogida ante un futuro incierto. Hoy más que nunca es necesario un cine para la paz, que en lugar de exaltar el odio y el desprecio por el otro, se convierta en una ventana abierta a culturas, pueblos y civilizaciones diferentes.

3. Existe un cine para la guerra. La alianza entre la poderosa industria cinematográfica y los gobiernos ha sido una constante desde los comienzos del séptimo arte. Los gobiernos en guerra han buscado siempre el apoyo de las imágenes para sostener los esfuerzos bélicos y mantener el espíritu nacional, convencidos del inmenso poder que tienen las imágenes para hablar directamente al corazón y mover los sentimientos. Este cine puede alcanzar las cumbres de la épica, o por el contrario rebajarse hasta el tópico, exaltando la violencia y el desprecio por el enemigo, convirtiéndose en instrumento de división.

4. Así como hay películas que incitan a la violencia, hay también un cine para la paz. Hay películas que dejan en el alma el buen sabor de las mejores y más nobles acciones de que es capaz el hombre, y el deseo de imitarlas. ¿Quién no recuerda aún con emoción aquellas películas inolvidables que lograron arrancarnos una lágrima, un deseo de ser mejores, un punto de vista diferente sobre el drama de otros hombres, otros pueblos? Este es el cine que queremos rescatar del olvido, y mostrar cómo es posible hacer buen cine, entretener, crear arte, sin tener que doblegarse al dictado de la banalidad, la violencia y el impudor. Este es el cine por el que hay que apostar. Y para ello es preciso conocerlo. El Congreso Internacional de Cine, que se desarrollará paralelamente a la Muestra Cinematográfica, buscará poner de relieve los desafíos y amenazas a que se enfrenta este tipo de cine, así como sus enorme potencial al servicio de una cultura de la paz.

5. Deseo, pues, de corazón a los participantes en este Congreso y Muestra, y a todos quienes se acercarán, movidos acaso por la curiosidad, a ver las películas en exhibición, un momento de reflexión y un compromiso decidido por la paz y el diálogo con otros pueblos. Al mismo tiempo, invito a todos a dirigir la mirada suplicante a Aquel que es llamado Príncipe de la Paz, el Rey de Reyes y Señor de Señores, para que alcance al pueblo colombiano y al mundo entero el don precioso de la paz.

En Roma, junto a la tumba del pescador,
a 24 de septiembre de 2001
Paul Cardenal Poupard
presidente del Consejo Pontificio para la Cultura
ZS01100501

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ZENIT Staff

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