CAMPO DE JALOZAI (PAQUISTÁN), 5 octubre 2001 (ZENIT.org).- Más de 80 mil personas han buscado refugio en el Campo de Jalozai. Algunos tienen tiendas, otros no tienen más que un plástico para cubrir sus cabezas. No hay comida suficiente, no hay medicamentos suficientes, tan sólo una leve esperanza de que su situación se mejore pronto.

Cuatro médicos para atender a 80 mil personas, es quizá el dato más elocuente que describe la situación.

«Aquí las condiciones son malas», dice una mujer de cuarenta años al preguntársele por qué ha venido a este campo, «pero al menos tenemos algo para comer. En casa no quedaba nada de nada».

Fátima lleva la misma ropa desde hace meses. Llegó en enero, cuando hacía un frío helador, ahora tras el calor del verano sigue llevando los mismos harapos. Sus hijos tienen los pies quemados por la arena del desierto.

Se les ha dado zapatos y algo de comida, pero no es suficiente. Al igual que muchos de los refugiados, están mal alimentados y son sumamente vulnerables a las enfermedades.

El equipo de Caritas está trabajando en los campos para mejorar las condiciones higiénicas, especialmente de los niños, pero para muchos de los refugiados, debilitados por la subalimentación y las enfermedades, en especial la diarrea, la ayuda ha llegado demasiado tarde.

Muchas de estas personas ya habían estado antes en campos de refugiados paquistaníes. Requia, de cuarenta años de edad, y su marido, Mohammed, vinieron a Paquistán por primera vez hace ocho años. Durante un período de calma, pudieron regresar a sus casas. Cuando Mohammed fue reclutado por la fuerza por los talibán, Requia hipotecó su casa y regresó de nuevo a Paquistán con sus seis hijos.

Encontrar comida para sus hijos es un desafío diario. «Normalmente los hombres van al lugar de distribución de la comida, pero siempre hay peleas. Las mujeres, como yo, sólo pueden conseguir unas pocas sobras».

Sin embargo, Requia considera que se siente afortunada en Paquistán, pero está preocupada por su marido. No ha tenido noticias de él desde que los talibán se lo llevaron al frente.

Jalozai es uno de los nuevos campos de refugiados en Paquistán. Fue invadido, en un primer momento, por refugiados afganos, cuando no había ningún tipo de estructura. Ahora el gobierno paquistaní ha registrado a sus habitantes y filtra las entradas.

«Cuando visité por primera vez el campo, en junio, quedé conmocionado», reconoce un trabajador de Catholic Relief Services, la Cáritas de Estados Unidos. «No estaba preparado para afrontar la situación con la que me encontré».

La situación ha ido mejorando lentamente, pero el equipo de Cáritas, insiste en la necesidad de comida, medicinas, ropa y tiendas de campaña.

Cáritas Internationalis ha enviado a Pakistán un equipo logístico especializado en operaciones de emergencia para apoyar el trabajo que está llevando a cabo el personal de Cáritas Paquistán en la asistencia de dos millones de refugiados afganos.

Actualmente, Cáritas está presente en la región a través del importante trabajo de asistencia humanitaria desarrollado por sus organizaciones de su confederación en Estados Unidos (Catholic Relief Service), Holanda (Cordaid), Irlanda (Trocaire), Alemania (Caritas Alemania), Gran Bretaña (CAFOD), Francia (Secours Catholique).

La red internacional de Cáritas, está integrada por 154 Cáritas nacionales que desarrollan una intensa labor de ayuda, desarrollo y promoción social en 198 países de todo el mundo. La sede central se encuentra en la Ciudad del Vaticano.

Para enviar ayuda o pedir más información puede enviar un mensaje de correo electrónico a yuill@caritas.va