Brasil: La Pastoral de la Infancia, candidata al Nobel de la Paz

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Entrevista a su responsable, la doctora Zilda Arns Neumann

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ROMA, 9 octubre 2001 (ZENIT.org).- Entre los candidatos al Premio Nobel de la Paz 2001 se encuentra la Pastoral de la Infancia, organismo de la Conferencia Episcopal de Brasil (CNBB), que presta asistencia a 1,6 millones de niños, desde el nacimiento hasta los seis años, y a 77.000 madres gestantes.

En las 32.000 comunidades pobres en las que trabaja –favelas, áreas rurales e indígenas–, con la ayuda de 150.000 voluntarios, ha reducido la mortalidad infantil entre el 13 y el 17 por mil de los niños nacidos vivos. La media nacional es del 34,6 por mil. Esto significa que se ha salvado la vida a unos cinco mil niños cada año.

Por esta labor, la Pastoral de la Infancia ha sido propuesta como candidato al Nobel con el apoyo de 800.000 firmas y del presidente de Brasil, Fernando Cardoso, quien firmó el 9 de enero pasado el acta oficial de petición enviada a la Comisión del Premio Nobel en Oslo (Noruega).

La Pastoral de la Infancia fue creada en 1983, en el estado de Paraná, por voluntad de Geraldo Majella Agnelo, hoy neocardenal de Salvador Bahía.

En esta entrevista concedida a Zenit, la doctora Zilda Arns Neumann, responsable del servicio de Pastoral de la Infancia, pediatra, madre de cinco hijos y con siete nietos, explica el desafío que se ha propuesto afrontar en un país en el que 57 millones de personas, el 37% de la población, sobreviven en la pobreza con 42 dólares al mes.

–¿Cuál es la contribución que ofrece la Pastoral de la Infancia a la lucha contra la desnutrición y mortalidad infantil en Brasil?

–Zilda Arns Neumann: Le respondo con algunos datos. Los 150.000 voluntarios de la Pastoral de la Infancia trabajan cada uno de ellos con entre 10 y 20 familias. Se les enseñan cosas muy sencillas –suelen ser personas con un grado de instrucción muy bajo–, pero indispensables para la salud de los niños: nutrición de madres gestantes, lactancia materna, rehidratación oral, vacunaas. Nos ocupamos de la educación de 1,6 millones de niños desde que nacen hasta los seis años. Cada año, además, enseñamos a leer y a escribir a 32.000 adultos, casi siempre madres. Todo esto influye en la reducción de la mortalidad infantil y la alfabetización de todo el país. La disgregación familiar en Brasil es una plaga. Los hombres, a menudo, abandonan a la mujer y a los hijos.

–¿De modo que su actividad en gran parte se dirige a las mujeres?

–Zilda Arns Neumann: Sí, las mujeres tienen mucho interés en ser agentes de transformación. Quieren aprender para poder criar mejor a sus hijos. De nuestros 150.000 voluntarios, 130.000 son mujeres que pertenecen al mismo ambiente. Aprenden con rapidez y en la Pastoral ven a una familia y tienen como punto de referencia a Dios.

–¿Por tanto, en las comunidades pobres existe una fuerte orientación religiosa?

–Zilda Arns Neumann: Muchas de nuestras voluntarias no practican ninguna religión. Pero los principios que les enseñamos son profundamente cristianos, como la solidaridad y la justicia social.

–¿Cual ha sido su mayo éxito en estos 17 años?

–Zilda Arns Neumann: La reducción del 60% de la mortalidad infantil y de la desnutrición en un 50%, y la disminución de la violencia dentro de las familias. Nunca ha habido este tipo de educación popular en la historia de Brasil. El porcentaje de niños que viven en la miseria es altísimo.

–¿Piensa que el Gobierno de Brasil debe comprometerse más en mejorar su vida?

–Zilda Arns Neumann: Los indicadores demuestran que la asistencia a la escuela está aumentando y también el nivel de salud. Esto prueba que el compromiso del Gobierno es efectivo y está aumentando. Pero la Pastoral piensa que, para obtener mejores resultados, hace falta una gran atención al tejido social. Por eso, nosotros, entre otras cosas, tratamos de crear redes de solidaridad en las comunidades de los pobres. El objetivo es aumentar la autoestima de los pobres y su potencial humano. Encontramos a veces mujeres con 4 o 5 hijos, analfabetas, que se sienten una nulidad. Cuando la Pastoral las saca de la privación, las alfabetiza y les da una esperanza, logran empezar una vida nueva para sí mismas y para sus hijos.

–¿Cuáles son los objetivos en los próximos años?

–Zilda Arns Neumann: Estamos concentrando muchos recursos para instruir a la población sobre estos temas: nutrición, salud, ciudadanía y educación para la paz. Hemos organizado debates sobre estos problemas en todas las comunidades, de modo que cada persona que seguimos encuentre un camino de paz para la propia familia. La Pastoral es consciente de que los problemas de la gente nacen de un contexto hostil. Donde hay analfabetismo, pobreza, falta de oportunidades, es más probable que haya delincuencia y tráfico de drogas. Por ello, la Pastoral se centra en los niños de menos de seis años y las madres gestantes, para que se liberen de este contexto hostil y tanto el niño nacido como el nascituro puedan desarrollar el máximo de sus capacidades. Tenemos cien espacios comunitarios, en los que los niños permanecen algunas horas, acompañados por los padres, para que sus familiares aprendan el valor del desarrollo infantil. De este modo, también las madres se socializan y mejoran su salud mental. En los próximos dos años, se crearán otros doscientos de estos espacios, todos en zonas de extrema pobreza.

–¿En todo este trabajo social, como se inserta la educación para la paz?

–Zilda Arns Neumann: La campaña «La paz empieza en casa» se lanzó en 1999 y se dirige a prevenir la violencia contra los niños en el ambiente doméstico. Enseñamos a las familias, por medio de encuentros mensuales, a asumir posturas que ayudan a mejorar las relaciones familiares y a construir una cultura de la paz. En toda esta pedagogía, está presente el mensaje cristiano de la corresponsabilidad. No esperar sólo la ayuda de los demás, sino ver qué podemos hacer nosotros mismos.

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ZENIT Staff

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