La ausencia china se hace sentir en el Sínodo

Mensaje de un obispo católico de la República Popular

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WANXIAN, 11 octubre 2001 (ZENIT.orgFIDES).- En la lista de participantes en el Sínodo de los obispos que se celebra en Roma no aparece ningún prelado de la China Popular.

El único representante del mundo chino presente en el aula sinodal es monseñor Joseph Cheng, obispo de Tainan (Taiwán).

La agencia misionera «Fides» ha recogido un breve comentario sobre el ministerio episcopal de monseñor José Xu Zhixuan, obispo de la diócesis de Wanxian (Sichuan, China central).

Junto a su predecesor, monseñor Matías Duan Yinming, se hizo famoso hace tres años por haber sido invitado a participar en el Sínodo Extraordinario para Asia.

El gobierno chino no les dió permiso para viajar a Roma, pero pudieron enviar un fax a la Secretaría del Sínodo en el que expresaban su profunda comunión con el Papa y con toda la Asamblea.

La diócesis de Wanxian tiene 13 parroquias, algunas de las cuales –la catedral y otras cinco iglesias– serán sumergidas con la construcción del pantano de las Tres Gargantas, en el río Yang Tze.

La indemnización concedida por el gobierno (200.000 dólares, el valor real sin embargo es de 3,4 millones de dólares) no basta a la diócesis para reconstruir las iglesias.

El personal de la diócesis comprende ocho sacerdotes y catorce religiosas, dedicados a la asistencia pastoral a más de 50.000 católicos oficiales, es decir reconocidos por el gobierno.

Este es el mensaje enviado por el obispo chino.

Sabemos que en Roma se celebra un Sínodo y esto me llena de alegría. Me parece remontarme a hace tres años, cuando el Santo Padre nos invitó a participar en el Sínodo Asiático. La emoción que probé en ese momento me acompañará toda la vida y sostiene mi misión.

Después de la muerte de monseñor Matías Duan Yinming (el 10 de enero del 2001) comencé a llevar adelante la misión en la diócesis siguiendo la línea trazada por monseñor Duan, que para nosotros fue modelo y ejemplo.

Trato de llevar a cabo mi ministerio episcopal siguiendo el principio de la Iglesia: gobernar a la comunidad local en comunión con el sucesor de Pedro. Entre nosotros, en China, hay que tomar conciencia también de la situación particularísima: la realidad no nos permite muchas veces hacer lo que quisiéramos. Así pues, tratamos de hacer al menos lo posible para garantizar los elementos fundamentales de la vida de la diócesis: la liturgia, la catequesis, la actividad pastoral.

El «gobierno» de una diócesis está lleno de muchos hechos concretos y cotidianos: sostener las estructuras diocesanas, formar a los sacerdotes y a las religiosas, encontrar ayudas económicas.

Hemos invitado a sacerdotes y religiosas extranjeros a enseñar en el seminario y en los noviciados. Periódicamente organizamos ejercicios espirituales (acabo de regresar de los ejercicios espirituales diocesanos).

Utilizando los limitados medios financiarios, construimos nuestras parroquias. Los problemas más urgentes son precisamente éstos: la formación de los sacerdotes jóvenes y de las religiosas, resolver los problemas creados por la construcción del pantano de las Tres Gargantas, que ha causado la emigración de más de un millón de personas y la supresión de diversas iglesias, que quedarán sumergidas.

Pero nuestro ministerio más importante es «servir a la verdad». Debemos testimoniar el Evangelio con firmeza, valorando nuestra tradición eclesial. Servir a la verdad quiere decir también sostener la justicia. Por ejemplo: pienso que nosotros debemos apoyar la lucha contra el terrorismo, porque es una cuestión de justicia. Al mismo tiempo, no debemos desencadenar represalias que podrían causar víctimas inocentes.

Finalmente, hemos sabido que ha sido nombrado un nuevo prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y que ha habido otros nuevos nombramientos. Quiero presentar mis mejores felicitaciones al dicasterio misionero. Esperamos con ansia el momento en que nuestro prefecto vendrá a visitarnos.

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ZENIT Staff

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