CIUDAD DEL VATICANO, 14 octubre 2001 (ZENIT.org).- ¿Deshielo entre China y la Santa Sede? Esta es la pregunta que se plantea la prensa internacional al informar sobre el Encuentro internacional que se celebra en Pekín, del 14 al 17 de octubre, sobre el misionero jesuita Matteo Ricci, que llevó a ese país hace 400 años el saber occidental de la época.
En el Congreso, patrocinado por el «Ricci Institute» de la Universidad San Francisco, California, participan numerosos estudiosos de fama internacional, tanto de China, como de Estados Unidos y Europa.
Periódicos de Hong Kong, citando fuentes gubernamentales chinas, aseguraron en días pasados que esta iniciativa constituye una oportunidad para restablecer los contactos entre Pekín y Roma de cara a entablar relaciones diplomáticas, tras las dificultades que surgieron durante el año 2000.
A inicios del Jubileo, en efecto, la Asociación patriótica católica (una especie de Iglesia nacional), controlada por el régimen comunista, ordenó obispos sin permiso de la Santa Sede (6 de enero). La canonización de los mártires chinos, el 1 de octubre de ese mismo año, suscitó duras protestas y acusaciones por parte del gobierno.
Además, entre el 24 y el 25 de octubre en Roma se organizará en Roma otro Congreso internacional sobre Mattero Ricci, en la Universidad Pontificia Gregoriana.
«En realidad –explica el padre Giancarlo Politi, ex misionero en Hong Kong, nombrado el pasado 1 de octubre oficial de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos–,
estos dos Congresos deben considerarse como lo que son: un acontecimiento significativo bajo el perfil estrictamente cultural; ahora bien, no permiten sacar conclusiones apresuradas».
Conclusiones apresuradas habían sido propuestas por las publicación «Far Eastern Economic Review», que en un artículo publicado el 4 de octubre pasado anunciaba la inminente superación de las graves diferencias que separan a Roma de Pekín.
Se trata de una conclusión forzada, explica el padre Giancarlo Politi, quien hasta hace poco tiempo era director de una de las revistas misioneras más importantes, «Mondo e missione».
Después de la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio, explica en declaraciones ofrecidas este sábado al diario Avvenire, «la última cuestión de gran alcance a nivel internacional que le queda por resolver a China es su contencioso con Roma y es lógico que los medios de comunicación sigan con atención a los dos contendientes para descifrar cualquier pequeña señal que permita pensar en una novedad».
Lo más grave, añade el padre Politi, es que la noticia ha sido después repetida por todos los grandes medios de comunicación de Occidente, pero «por desgracia, la situación no es así».
«Nos encontramos en vísperas de un acontecimiento político que obliga a mantener una gran prudencia –aclara–: en la próxima primavera el Partido Comunista Chino celebrará su Congreso nacional del que surgirán los dirigentes que guiarán la República China en los próximos años».
En este contexto, considera que tras las dificultades recientes, el futuro de las relaciones entre China y la Santa Sede requiere un mayor «realismo» por las dos partes.
«Por un lado, el gobierno de Pekín creo que tiene que replantear los términos con los que pretende dialogar con la Iglesia –concluye Politi–; por otro lado, la Iglesia la Santa Sede probablemente también tendrá que hacer un esfuerzo para tener en cuenta la historia y el aparato que existe en China, y que seguirá existiendo en el próximo futuro».