ROMA, 30 octubre 2001 (ZENIT.org).- La Iglesia Católica irlandesa, desde siempre ferviente partidaria de las razones del diálogo contra las de la vieja violencia que ensangrienta el Ulster, comenta con satisfacción los prometedores escenarios abiertos por el anuncio del desarme del Ejército Republicano Irlandés (IRA).
Ha aplaudido también la paralela apertura del Gobierno británico, con el abandono de algunos cuarteles militares en los seis condados y la promesa de nuevas amnistías para los paramilitares norirlandeses en la cárcel.
Monseñor Sean Brady, arzobispo de Armagh y primado de toda Irlanda, ante los micrófonos de Radio Vaticano, no esconde su alegría y la del entero episcopado de la isla por esta evolución positiva que deja entrever el posible final de una época de odio.
«Estoy muy contento de esta noticia –comenta monseñor Brady–. Creo que se trata de una hermosa noticia que infunde gran esperanza en el proceso de paz. Las autoridades militares británicas han confirmado que el proceso de desarme se ha iniciado concretamente: lo que significa que el IRA quiere verdaderamente empeñarse en la paz. Ahora, las diversas partes y las diferentes estructuras comprometidas en este proceso pueden volver a trabajar en este sentido. Esperemos que todo esto pueda llevar a una vida mejor».
El primado de la Iglesia católica en Irlanda del Norte y del Sur espera que estos hechos «lleven al final de la violencia, al menos en una fase inicial. Y es verdad que existe una campaña de violencia, que los paramilitares no respetan todavía el alto al fuego. Pero nos auguramos que se adecuen rápidamente porque esto hará que se pueda lograr un entendimiento de paz sobre la base de los Acuerdos del Viernes Santo de 1998, que sin embargo han costado tanto trabajo y tantas negociaciones».
«Este es el único camino a recorrer, que todas las partes decidan colaborar por una vuelta a la normalidad en Irlanda del Norte. En esto reside nuestra esperanza. Esto es lo que hemos pedido, lo que todos los líderes religiosos han pedido siempre en el curso de los años pasados. El proceso de paz tiene ahora una nueva posibilidad», concluye el arzobispo.