ROMA, 13 febrero 2002 (ZENIT.org).- Este jueves, cientos de parejas se prometerán fidelidad en el amor y casarse este año en la Basílica de la ciudad italiana de Terni, en donde se conservan los restos mortales de san Valentín.
Se trata de la «Fiesta de la promesa», en la que como todos los años desde hace siglos participarán personas de diferentes ciudades de toda Italia y de otros países. La celebración será presidida por el obispo de la ciudad, situada a unos cien kilómetros de Roma, monseñor Vincenzo Paglia.
Las parejas recibirán como tradicional recuerdo de su declaración de amor fiel un pergamino. Monseñor Paglia, además, les entregará una copia del Evangelio de Lucas, testimonio de amor más elevado.
San Valentín fue un obispo de Terni que sufrió el martirio en torno al año 268. Durante años, se ha dado en la historia de los santorales una cierta confusión entre cristianos martirizados con este mismo nombre en tiempos del Imperio Romano. Esto creó una cierta confusión a la hora de atribuir los auténticos motivos que han hecho del santo el patrono de los enamorados.
Una leyenda, que no está confirmada por fuentes históricas, dice que san Valentín se rebeló a la prohibición del emperador Claudio II, que negaba a los legionarios casarse, pues los solteros, según él eran más aguerridos en el combate.
Valentín no se plegó a la orden y casó a un legionario pagano con una joven cristiana. Desde aquel día, el obispo bendijo numerosos matrimonios de soldados.