La píldora del “aborto del día después”

Por qué se llama equivocadamente “anticonceptivo de emergencia”

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NUEVA YORK, 16 febrero 2002 (ZENIT.org).- La Iglesia tiene una larga historia de ayuda a los refugiados, incluida una cooperación activa con las Naciones Unidas en este campo. Pero en los últimos años ambas han chocado por el uso, propugnado por las Naciones Unidas, de la píldora del día después.

Las Naciones Unidas defienden que esta píldora no es abortiva, mientras que la Iglesia y muchas instituciones médicas insisten en que sí puede serlo.

Recientemente se han publicado evidencias que apoyan la posición de que los así llamados anticonceptivos de emergencia tienen, de hecho, un efecto abortivo. Un ejemplo es un artículo del número de marzo de The Annals of Pharmacotherapy, titulado “Postfertilization Effect of Hormonal Emergency Contraception” y escrito por Chris Kahlenborn, MD; Joseph B. Stanford, MD, MSPH; and Walter L. Larimore, MD.

En el artículo, los autores hacían notar que los defensores de la anticoncepción de emergencia sostienen que este método resulta moralmente aceptable porque, a pesar de la mifepristona de la RU-486 que induce el aborto, previene el embarazo en vez de abortar una vida ya existente.

De hecho, el artículo propone evidencias de que “tomar la píldora del día después puede causar la muerte de un embrión vivo al bloquear sus intentos de asentarse dentro del útero”.

El artículo hace notar que queda suficientemente claro que los componentes de las píldoras del día después actúan sobre todo evitando la ovulación. Pero los autores describen cómo las drogas muchas veces fallan, al impedir la ovulación, y dependen entonces de un efecto post-fertilización, causando el aborto de la nueva vida formada en embrión.

Al examinar uno de los métodos, el Yuzpe, el estudio observa que, incluso bajo un prisma “altamente optimista”, el efecto abortivo de la píldora podría conseguir entre el “13% y el 38% de su efectividad estimada”.

El artículo apunta a que, sin tener en cuenta las creencias personales del médico o del proveedor del medicamento, es importante que los pacientes tengan la información que resulte relevante para sus creencias o sistemas de valores. Por eso, evitar mencionar a una mujer que un medicamento podría inducir la muerte de una vida en embrión, podría equivaler a una falta de consentimiento.

En febrero del 2000, el Archives of Family Medicine publicó otro artículo firmado por el Dr. Larimore, titulado “Postfertilization Effects of Oral Contraceptives and Their Relationship to Informed Consent.” Larimore analizó los efectos abortivos de los anticonceptivos en general y llegó a la conclusión de que los anticonceptivos del día después no difieren radicalmente del resto de anticonceptivos. Su única y principal diferencia es que contienen una dosis mayor de las mismas sustancias.

El artículo evidencia que: “el mecanismo principal de los anticonceptivos orales es inhibir la ovulación, pero este mecanismo no siempre actúa.” Dado que a veces tiene lugar la ovulación, los anticonceptivos están diseñados para tener efectos secundarios que actúan tras la fertilización del óvulo –principalmente, impedir la implantación en el útero. “Existen suficientes evidencias para apoyar la hipótesis de que la efectividad de los anticonceptivos orales dependen, en cierto grado, de sus efectos tras la fertilización”, escribe Larimore.

Este hallazgo ha tenido eco en la doctora Felicia Stewart, co-directora del Center for Reproductive Health Research and Policy en la Universidad de California-San Francisco.

Cuando el año pasado California aprobó la venta de la píldora del día después sin necesidad de prescripción médica, Stewart anunció que, en algunos casos, estas píldoras “pueden evitar el embarazo al impedir que un óvulo fertilizado se implante en el útero de la mujer”, informaba el San José Mercury News, el 16 de octubre.

Las Naciones Unidas tuvieron que admitirlo. Una publicación de 1998 del Fondo de Población de las Naciones Unidas, “Reproductive Health Services in Crisis Situations”, contiene un informe escrito por dos doctores de la Facultad británica de Planificación Familiar y Salud Reproductiva del Royal College of Obstetricians and Gynecologists.

En su informe “Recommendations for Clinical Practice: Emergency Contraception”, los médicos, Ali Kubba y Chris Wilkinson, describen cómo actúan las píldoras y cómo afectan al útero. La píldora de emergencia produce cambios en “el endometrio, haciéndolo inhabitable para el óvulo fertilizado que se va a implantar”, escribían.

El artículo también afirmaba que los mecanismos intrauterinos tienen el mismo efecto sobre el endometrio. Los DIU forman parte del equipo de salud reproductiva que las Naciones Unidas distribuyen a los refugiados.

Muerte de un embrión
Los funcionarios de las Naciones Unidas niegan que los anticonceptivos de emergencia sean abortivos, afirmando que evitar la implantación de un óvulo fertilizado no es abortar. Sin embargo, como dejan claro los Annals of Pharmacotherapy, al evitar la implantación se causa la muerte de un embrión vivo. Tal actuación es resueltamente abortiva, sin importar cómo se la etiquete.

La Conferencia Episcopal de Estados Unidos hizo pública una declaración el pasado 2 de mayo sobre la píldora del día después. “Las mujeres americanas están siendo engañadas: este medicamento actuará como un abortivo, después de que haya tenido lugar la fertilización”, decía Cathleen Cleever, portavoz de la oficina de actividades pro-vida de los obispos.

Un documento de octubre de 1998 de la Conferencia Episcopal “Emergency ´Contraception´ and Early Abortion”, afirmaba que la administración alimentaria y de medicamentos norteamericana admite que las píldoras del día después “actúan retrasando e inhibiendo la ovulación, y/o alterando el movimiento del esperma y/o del óvulo (es decir, inhibiendo la fertilización), y/o alterando el endometrio (es decir, inhibiendo la implantación)”.

El documento de los obispos también citaba al profesor de medicina de la Universidad Brown, Ralph Miech. “Este tipo de píldora causa un aborto”, escribía en el Providence Journal el 3 de agosto de 1998. “Desde un punto de vista farmacológico, este clase de píldoras podrían llamarse la ‘píldora del aborto del día después’”.

Esta postura fue defendida en un comunicado hecho por los Médicos Canadienses por la Vida. El grupo manifestaba que la denominación de la píldora del día después como un anticonceptivo de urgencia “no describe exactamente su acción abortiva y engaña al público. La confusión se agrava con el actual intento de redefinir el embarazo como lo que ocurre tras la implantación. Es un dato básico de embriología humana que la vida comienza en la concepción”.

La Iglesia y las Naciones Unidas
El pasado 14 de septiembre, tres Consejos Pontificios (para la pastoral de los agentes sanitarios, de los emigrantes e itinerantes y de la familia) publicaron una nota orientativa para las conferencias episcopales, “La Salud Reproductiva de los refugiados”. El documento afirmaba que, entre las organizaciones con las que coopera la Santa Sede en la ayuda a los refugiados, “las Naciones Unidas ocupan un lugar especial por su importancia”.

Pero la declaración expresaba la profunda preocupación sobre el “Manual de Campo para la salud reproductivas en situaciones de refugiados” de las Naciones Unidas. El manual “contiene valores negativos que ofenden la dignidad de las poblaciones más pobres y vulnerables, con propuestas que restringen la tasa de natalidad, un concepto irresponsable de las relaciones sexuales, e incluso el aborto”, declaraban los Consejos Pontificios.

La nota observaba que, en el manual de las Naciones Unidas, “no se presta atención a la cultura y a la religión d
e los refugiados”. Además, “el manual se guía por lo que podríamos definir como una concepción utilitaria o neo-maltusiana”.

En cuanto a la píldora del día después, el documento describe cómo la Organización Mundial de la Salud ha intentado dañar el status humano del embrión durante sus primeros días de vida, imponiéndole el término de “pre-embrión”. Los Consejos Pontificios rechazan esto como “un sofisma porque tal calificativo no corresponde con la verdadera realidad biológica”.

La nota también critica el manual por tratar el tema de la esterilización, describiéndolo como simple “anticoncepción”, cuando, de hecho, se trata de una medida radical que elimina toda posibilidad de procreación en el futuro. Aunque las Naciones Unidas realizan una excelente labor con los refugiados, su promoción de la contracepción, el aborto y la esterilización ofende gravemente la dignidad de los pueblos a los que intenta servir.

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ZENIT Staff

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