PARÍS, 18 febrero 2002 (ZENIT.org).- El 12 de febrero pasado se celebró en Lyón la sesión anual de sacerdotes exorcistas católicos de Francia en el que se hizo un perfil de las personas que piden ser sometidas a un exorcismo.
El Servicio Diocesano de París ofreció en el encuentro cifras significativas. Entre las personas que piden el exorcismo, el 31% practica la brujería, el espiritismo, espiritismo, etc.; el 23% está afectado por problemas patológicos (delirio, alucinaciones, obsesiones, crisis de angustia, intentos de suicidio, visiones, etc.).
El 18% sufre a causa de problemas familiares: divorcios, incestos, violación, etc.; el 15% sufre depresión existencial: soledad, abortos, desempleo crónico, falsos sentimientos de culpa, tendencia a la muerte, etc.; el 18% presenta problemas religiosos: posesiones, pactos con el diablo, maldiciones, apariciones diabólicas.
Por este motivo, los exorcistas respondieron en su sesión a tres preguntas fundamentales: ¿Por qué curaba Jesús? ¿De qué curaba? ¿Cuál era la naturaleza de su poder?
El padre Henri Caffart, exorcista de la diócesis de Arras, en declaraciones al servicio de noticias europeo de la agencia católica SIR, explica que cada vez hay más personas que se dirigen a pedir su asistencia «después de haber pedido ayuda a brujos, gurús, o videntes».
Según el padre Maurice Bellot, exorcista de la diócesis de París, «cuanto más pagana es la mentalidad, más grande es la petición de exorcismos. Con frecuencia me llegan a pedir un exorcismo por teléfono, o al menos a domicilio».
«Muchos llegan a preguntarme –revela–: «Padre, ¿por qué pone condiciones a un gesto que de todos modos no hará mal a nadie y que además no cuesta dinero. Usted es un sacerdote, ¿sí o no?».
Según el sacerdote, es importante tener en cuenta que el exorcismo no es un «placebo religioso» y «sólo debemos recurrir a él cuando es verdaderamente necesario».