TORONTO, 24 febrero 2002 (ZENIT.org).- La Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) visita entre el domingo y el lunes los escombros de las Torres Gemelas de Nueva York.
La visita, indican los organizadores, «es un signo de esperanza para el pueblo de Estados Unidos y el mundo entero que lucha para comprender la violencia y las fuerzas de muerte experimentadas el 11 de septiembre de 2001».
Los próximos días 18 al 28 de julio, Canadá albergará la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Cientos de miles de jóvenes de todo el mundo se unirán a Juan Pablo II en Toronto: la Cruz será el símbolo del acontecimiento.
La Cruz salió ayer a medianoche de Toronto. En la tarde del domingo, en torno a la cruz, tuvo lugar una misa en la catedral de San Patricio de Nueva York, seguida por una vigilia de oración con jóvenes de las diócesis de Nueva York y cercanas.
El lunes, a las 8,15 de la mañana, celebrará la misa el arzobispo Renato Martino, observador permanente de la misión de la Santa Sede ante Naciones Unidas, en la Iglesia del Salvador en Nueva York, con la Cruz presente
En torno a las 10, tras la misa, los delegados canadienses trasladarán la cruz a la «Zona
Zero» de las torres gemelas para rezar por quienes murieron allí, sus supervivientes y por la paz y la justicia.
Se unirán a ellos jóvenes de Nueva York y zonas cercanas así como representantes de la policía, y los servicios de bomberos y de emergencia neoyorquinos.
Acompañan a la Cruz cien canadienses, que han sido acogidos por la Oficina de la Juventud Católica de la archidiócesis de Nueva York.
Entre ellos hay representantes de la Oficina Nacional de la JMJ de Canadá, jóvenes de muchas diócesis canadienses, personal de la policía y del servicio de bomberos de emergencia médica de Toronto, el obispo Anthony Meagher, obispo auxiliar de Toronto y presidente de la Comisión Episcopal canadiense para la JMJ, y el padre Thomas Rosica, C.S.B, director nacional de la JMJ.
Esta Cruz fue entregada por Juan Pablo II a los jóvenes al final de Año Santo de la redención de 1984, pidiéndoles que la llevaran por todo el mundo como signo del amor de Jesús a la humanidad. Desde entonces la Cruz ha peregrinado ininterrumpidamente por todos los continentes.
«Desde el Domingo de Ramos de 2001 –revelan los organizadores de la JMJ de Toronto–, cuando fue recibida por los canadienses en la Plaza de San Pedro de Roma, la Cruz de la JMJ ha tocado los tres océanos que rodean a Canadá».
«Ha visitado ciudades, pueblos y áreas rurales. La Cruz ha sido abrazada por miles de jóvenes y ha tocado muchos corazones a cambio –siguen diciendo–. Ha sido testigo del poder de reconciliación y de paz que la JMJ puede brindar al mundo».
«Ahora –siguen explicando en una nota los organizadores–, esperamos compartir la misma reconciliación y esperanza con nuestras hermanas y hermanos en la ciudad de Nueva York. La presencia en la «Zona Cero» es también un signo de nuestra solidaridad con todos aquellos que en todo el mundo sufren a causa del poder del mal, la guerra y la destrucción. La Cruz de Jesús ofrece a la humanidad que sufre un signo de esperanza, curación y reconciliación».