CLEVELAND (Ohio), 2 marzo 2002 (ZENIT.org).- ¿Dar o no dar «vales» o bonos escolares a los alumnos de las escuelas privadas o religiosas? Este es el interrogante que fue presentado el 20 de febrero a la Corte Suprema de Estados Unidos y sobre el que tendrá que pronunciarse.
El debate, que se arrastra en el país desde hace tiempo, toca puntos sensibles de las relaciones Iglesia-Estado, así como del papel de la educación privada.
La cuestión concreta presentada al máximo Tribunal norteamericano tiene que ver con un programa de seis años para niños en Cleveland (Ohio). Se espera una decisión de la Corte Suprema para el verano, según informaba Associated Press el mismo día.
Los que apoyan los bonos defienden que éstos ofrecerán a los estudiantes una alternativa al pobre circuito de las escuelas públicas y estimulará reformas educativas. Los oponentes tienen miedo de que los fondos públicos vayan a las instituciones religiosas. “Si la Corte Suprema respalda este plan, los americanos se verán forzados a apoyar el adoctrinamiento religioso”, afirma el reverendo Barry Lynn, director ejecutivo de la Americans United for the Separation of Church and State.
En el programa de Cleveland, los padres pueden usar sus bonos para enviar a sus hijos a 51 escuelas participantes, nueve de las cuales no son religiosas. Los funcionarios de Ohio, respaldados por la administración Bush, mantienen que el programa no viola la Constitución. Actualmente, 4.456 estudiantes reciben apoyo financiero de más de 2.250 dólares al año.
El pequeño número de escuelas no-religiosas disponibles en este esquema se debe al hecho de que las escuelas de los suburbios no participarían, y los bonos no cubren la enseñanza de alto precio de las escuelas privadas no religiosas. Como resultado, casi todos los niños están en escuelas religiosas.
Los que se oponen al plan llevaron el caso hasta la corte federal, alegando que el programa de bonos viola la separación entre Iglesia y Estado, al usar dinero del gobierno para apoyar escuelas religiosas privadas, que imparten instrucción religiosa. Un apelo a la corte federal echó abajo el programa de Cleveland como inconstitucional en diciembre del 2000. Sin embargo, se permitió que continuara mientras el caso se volvía a apelar.
Las consecuencias de la decisión de la Corte Suprema se harán sentir más allá de Ohio. “Esto es muy grande”, afirma Douglas Laycock, un profesor de derecho y catedrático de relaciones Iglesia-Estado en la Universidad de Texas, según informaba el Christian Science Monitor la pasada semana. “Todas las opiniones están cuidadosamente ponderadas y cualificadas” afirma refiriéndose a las decisiones de la corte sobre las relaciones Iglesia-Estado desde 1983. “Los bonos son el gran problema con el que se las tienen que ver”.
Más de 30 organizaciones han presentado escritos amistosos sobre ambas posiciones ante el tema. Entre los que apoyan los bonos, están la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, la National Jewish Commission on Law and Public Affairs y el anterior alcalde de la ciudad de Nueva York, Rudolph Giuliani. Entre los que se oponen, cabe destacar el NAACP Legal Defense and Educational Fund, el American Jewish Committee, y la Ohio School Boards Association.
Una decisión en contra del plan de Cleveland podría ser un revés para los esfuerzos a favor de los bonos en otras ciudades. Sin embargo, los defensores de los bonos reestructurarían los programas, preparando otro round en la batalla legislativa y legal, observaba el Wall Street Journal.
De hecho, algunos estados ya están analizando la posibilidad de ofrecer alternativas a los bonos. En Florida, un programa destina dinero de los impuestos para enviar a los niños a escuelas privadas, aunque no se hace de manera directa. El plan permite a las empresas dar dinero a los programas de escolarización aprobados por el estado para los niños de familias con ingresos bajos, de manera que puedan deducir el dinero de sus impuestos, dólar por dólar. Desde que el plan comenzó el mes pasado, dos empresas han dado cada una 5 millones de dólares a los programas de escolarización de Florida, según informaba el Wall Street Journal.
Otros seis estados tienen programas que ofrecen a los padres y a las empresas incentivos en el tema de impuestos para apoyar inversiones en la escuela privada o pública. A nivel federal, el año pasado el Congreso votó que los padres pudieran deducirse gastos de impuestos del pago de la enseñanza privada. Y en el presupuesto presentado hace tres semanas, el presidente George W. Bush proponía dar a los padres de hijos que asisten a escuelas públicas en crisis una deducción de impuestos de 2.500 dólares o un fondo para ayudarles a pagar escolarización privada.
Enfrentamiento de opiniones
El miércoles 20, se publicaron en el mismo día una gran cantidad de artículos de opinión sobre los bonos. En el Washington Times, Peter Ferrara, director ejecutivo de la American Civil Rights Union, los apoyaba diciendo: “El estado de Ohio ha desarrollado un programa clásico y bien diseñado de bonos para Cleveland debido al extremadamente deficiente funcionamiento de sus escuelas”.
Ferrara defendía que el programa no contravenía ninguna prohibición constitucional sobre la situación de la religión. “Aumenta las posibilidades de elección de los padres en la educación de una manera mucho más amplio, incluyendo el entero espectro de las escuelas públicas y privada no religiosas, tanto como las escuelas privadas religiosas”, afirmaba.
También en el Washington Times, Gregrory S. Walden y Matthew F. Stowe, consejeros del Center for Education Reform, apoyaron el programa de Ohio. Argumentaban que tras dos décadas de reformas fallidas en la educación, “ya es hora de intentar la opción de la elección del colegio”.
Defendían que, sin los bonos, las familias de las minorías que viven en el interior de las ciudades no tienen oportunidad de escapar de la decadente escuela pública. “Hoy, muchas escuelas del interior de la ciudad se hayan segregadas todavía por raza, mientras que las escuelas privadas y religiosas que participan en programas de elección de escuela son con frecuencia radicalmente distintas”, escribían Walden y Stowe.
En el Wall Street Journal, John O. Norquist, demócrata y alcalde en Milwaukee, donde tiene lugar otro programa de bonos, hacía notar que entre los colegios que participan en el programa de su ciudad, “el nivel de integración racial y religiosa sobrepasa con frecuencia el de las escuelas públicas”.
Norquist explicaba que los bonos en Milwaukee han provocado reformas en las escuelas públicas, llevando a importantes mejorías para los estudiantes. También citaba un estudio de la economista de Harvard, Caroline M. Hoxby, que había investigado el impacto de los bonos en las escuelas públicas de Milwaukee. Su conclusión: “En conjunto, una evaluación del caso de Milwaukee sugiere que las escuelas públicas tiene una respuesta sólida y positiva en la competición por los bonos”.
Pero para Ralph G. Neas, presidente de la People for the American Way Foundation, la aprobación por la Corte Suprema de los bonos de Cleveland “podría dar pie a otros estados a seguir el peligroso camino que hará disminuir los críticos fondos de las escuelas públicas y sus estudiantes a quienes están destinados”.
Escribiendo en el Los Angeles Times, Neas sostenía que “quemando los dólares de los impuestos en los bonos recortará la disponibilidad para financiar clases más pequeñas, intervenciones más prontas, programas extra escolares y otras reformas que pueden levantar escuelas con problemas”.
Los que se oponen a los bonos aparecieron también en editoriales del New York Times, y en su periódico asociado, el Boston Globe. El Times mantenía que la victoria para los
bonos “podría marcar una seria retirada en el compromiso histórico de esta nación de mantener un muro entre gobierno y religión”. El editorial también opinaba que “los bonos no alientan mejoras en las escuelas públicas”, y “son una distracción” de la reforma del sistema educativo. El Globe también se oponía que el dinero gubernalmental fuera destinado a escuelas religiosas y mantenía que “los programas de bonos no mejoran la igualdad educativa”.
Tanto el editorial del Washington Times como el del Wall Street Journal apoyaban los bonos y comparaban el caso con el de Brown contra la decisión de la comisión educativa de 1954 que mandaba poner fin a la segregación racial en las escuelas. El martes, día 19, el Journal argumentaba que no está teniendo lugar un apoyo del estado a la religión, sino más bien, que los padres están escogiendo estas escuelas.
Al día siguiente, un editorial del Washington Times hacía notar que los más beneficiados por el programa de Cleveland serán las minorías, que así pueden escapar de las desastrosas escuelas de la ciudad, yendo a una institución de su elección. Denegarles los bonos recluiría a estos estudiantes de las minorías en escuelas de baja calidad, “asegurando que una buena educación se limite a pocos: los niños ricos y blancos de los suburbios o que residen en la ciudad y pueden ir a escuelas privadas”.
Con el futuro de los niños de la ciudad –y de la educación en Estados Unidos– en juego, la decisión de la Corte Suprema, este verano, tendrá un impacto colosal.