Academia Pontificia para la Vida: El derecho fundamental no es negociable

Conclusiones de la asamblea anual en el Vaticano

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CIUDAD DEL VATICANO, 4 marzo 2002 (ZENIT.org).- No se puede negociar con el derecho a la vida, afirman los miembros de la Academia Pontificia para la Vida, en el comunicado final hecho público este lunes al concluir su asamblea anual, celebrada en el Vaticano del 25 al 27 de febrero.

Los «derechos fundamentales del Hombre (como lo demuestra la historia de los pueblos) son inviolables e innegociables, por lo que nunca pueden quedar a merced de la arbitrariedad de cualquier pacto social o del consenso de la mayoría», afirman los académicos.

«Parte de nuestra cultura contemporánea –denuncia la asamblea de la Academia fundada por el Papa Karol Wojtyla en 1994–, exasperando el derecho a las libertades individuales, pretende que el Estado apruebe, despenalice y permita realizar libremente diversas formas de atentados contra la vida humana (especialmente la naciente y terminal)».

El objetivo de estas corrientes de pensamiento, añaden los expertos, buscan que «en la conciencia colectiva, tales acciones pierdan el carácter de «delito» y asuman paradójicamente, el carácter de «derecho»».

Expertos de todos los continentes en bioética, derecho, ciencia, medicina, filosofía y teología se reunieron en Roma para afrontar el tema «La naturaleza y dignidad de la persona humana, como fundamento del derecho a la vida. Los desafíos del contexto cultural contemporáneo».

Durante las tres jornadas, los miembros de la Academia afirmaron que «sin duda uno de los desafíos del contexto cultural actual es la falta de reconocimiento (por parte de algunas corrientes de pensamiento) de una naturaleza humana universal de la cual deriva la ley moral natural».

Para que todos y cada unos de los derechos del hombre sean respetados, según los académicos, es imprescindible recuperar el sentido de la «ley moral natural», a la que definieron como «la luz de la inteligencia infusa por Dios en nosotros».

«Gracias a ella conocemos lo que se debe hacer y lo que se debe evitar –explicaron–. Esta luz y esta ley, Dios nos la ha donado en la creación».

Ahora bien, según la asamblea de la Academia Pontificia para la Vida, «las exigencias que surgen de la ley moral natural» para que no se queden en simples intenciones, «necesitan que el derecho las reconozca y proteja en la vida social».

Uno de los participantes en el encuentro, el profesor de la Universidad de Lovaina, Michel Schooyans, en una conversación con Zenit, ha explicado el porqué de las conclusiones elaboradas por la Academia, de la que es miembro.

«La Declaración Universal de los Derechos Humanos ofrece una clara definición del derecho a la vida, ahora bien, en la segunda mitad del siglo XX se han afirmado legislaciones a favor del aborto y más recientemente a favor de la eutanasia, que violan explícitamente el derecho a la vida».

Schooyans, uno de los máximos expertos mundiales en la relación entre demografía y desarrollo, considera que el derecho a la vida tendrá que enfrentarse cada vez más a la «preocupante tendencia que favorece y justifica la fecundación asistida con finalidades eugenésicas».

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ZENIT Staff

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