CIUDAD DEL VATICANO, 4 marzo 2002 (ZENIT.org).- Un mes después de la Jornada de líderes de las religiones del 24 de febrero, Juan Pablo II envió este lunes una carta a los jefes de Estado y Gobierno del mundo para hacerles llegar el «Decálogo de Asís por la paz».
El documento fue proclamado al concluir el encuentro más grande de la historia de representantes religiosos, convocado en respuesta a los atentados del 11 de septiembre contra objetivos estadounidenses, y a la situación internacional que se creó después.
El decálogo, que fue leído por cristianos de las diferentes confesiones, judíos, musulmanes, budistas, hindúes, sijs, representantes de las religiones tradicionales de África, de Asia…, comienza con una condena de la «la violencia y el terrorismo» como «incompatibles con el auténtico espíritu de la religión».
En su carta, el Papa se dice convencido «de que estas diez proposiciones podrán inspirar la acción política y social» de los diferentes gobiernos.
«Pude constatar que los participantes en el encuentro de Asís estaban más animados que nunca por una convicción común –recuerda el obispo de Roma–: la humanidad tiene que escoger entre el amor y el odio».
La misiva pontificia desea «que el espíritu y el compromiso de Asís lleven a todos los hombres de buena voluntad a la búsqueda de la verdad, de la justicia, de la libertad, del amor, para que toda persona humana pueda gozar de sus derechos inalienables, y cada pueblo de la paz».
Por último, el Papa asegura que «la Iglesia católica «seguirá comprometiéndose para que el diálogo leal, el perdón recíproco y la concordia mutua tracen la ruta de los hombres en este tercer milenio».
Entre otras cosas, en el «Decálogo» de Asís, los líderes religiosos se comprometieron a «estar de la parte de los que sufren a causa de la miseria y el abandono, haciéndonos portavoces de quien no tiene voz y trabajando concretamente para superar tales situaciones, con la convicción de que nadie puede ser feliz solo».