BERLÍN, 8 marzo 2002 (ZENIT.org).- La única diócesis alemana que seguía emitiendo los polémicos certificados de consulta a las mujeres que quieren abortar anunció este viernes el abandono de su presencia en el sistema público de consultorios por indicación del Papa.
En 1999, los obispos alemanes ya habían tomado esta decisión. La participación en el sistema establecido por la ley exigía a los consultorios católicos emitir un certificado a la mujer que había pedido su asesoría. Este documento permitía a la embarazada acceder al aborto despenalizado.
Sin quererlo, los consultorios se convertían así en cómplices implícitos de la operación abortiva.
Ahora monseñor Franz Kamphaus, obispo de Limburg, el único que no había aplicado la propuesta que hizo Juan Pablo II, ha recibido una carta en la que el pontífice le pide unirse a la misma decisión de sus hermanos en el episcopado.
El prelado, sin embargo, a diferencia de lo que algunas voces periodísticas habían señalado, permanecerá en su cargo.
El cardenal Karl Lehmann, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, dio la noticia este viernes calificándola como una «solución positiva» «que acaba con un largo y difícil proceso».
La decisión papal de exigir la suspensión de la emisión del certificado, pero de dejar en su cargo al obispo, «revela la estima que Juan Pablo II ha demostrado a Kamphaus y la decisión valorar el servicio del obispo de Limburg a la Iglesia», añade Lehmann en declaraciones concedidas a la prensa.
Elementos necesarios para llegar a esta decisión, según el obispo de Maguncia, han sido «la disponibilidad para el diálogo y la paciencia y la sensibilidad de todas las partes involucradas».
«Es evidente que el Papa ha intervenido con espíritu de fraternidad para ofrecer un común testimonio de la Iglesia y para mantener la comunión», añade el presidente del episcopado alemán.
El cardenal explicó que obedecer al Papa ha sido una decisión «dolorosa a nivel personal» para monseñor Kamphaus, quien quería mantener los consultorios católicos en el sistema público con el objetivo de salvar al mayor número de vidas humanas posible.<br>
De hecho, Kamphaus no ha escondido su desilusión: «Hasta el final había esperado en que se llegara a una solución diferente del conflicto».
Y añadió: «sigo siendo obispo de Limburg, golpeado, pero con la misma disponibilidad de siempre, en el espíritu del Evangelio, para hacer los posible por los pobres y por la diócesis».