JERUSALEN, 21 marzo 2002 (ZENIT.org).- Los cristianos de Tierra Santa esperan que la actual mediación de Estados Unidos en el conflicto israelo-palestino dé frutos, aunque creen que los resultados no llegarán con el Gobierno de Ariel Sharon.
Así lo declara el padre Raed Abusahlia, del patriarcado latino, en un mensaje enviado a Zenit en el que informa sobre el encuentro que ayer mantuvo el patriarca Michel Sabbah con el arzobispo de Canterbury, George Carey.
En Tierra Santa, añade el sacerdote, todos hablan de las oportunidades de un alto al fuego tras la intervención del enviado de Estados Unidos, el general Anthony Zinni, y la visita del vicepresidente Dick Cheney.
«Yo soy optimista –explica el padre Raed Abusahlia- porque hay una oportunidad real pero temo que esto requiera mucho tiempo porque se están perdiendo en pequeños detalles sin importancia en lugar de tratar enérgicamente los temas principales del final de la ocupación y el logro de un acuerdo final de paz global».
«Esto será imposible con el gobierno Sharon –considera el sacerdote–, por consiguiente, tendremos todavía que esperar hasta que una nueva generación llegue al poder esperando que sea diferente. Hay signos de esperanza».
Al referir sobre el encuentro entre Carey y Sabbah, explica: «Espero que los líderes religiosos puedan ayudar a los líderes políticos a encontrar una vía de salida del actual conflicto entre nuestros dos pueblos. Estoy seguro de que la religión desempeñará un papel positivo y reconciliador en esta región donde han nacido las tres religiones monoteístas».
Para explicar la situación, el padre Abusahlia explica que acaba de regresar de una visita pastoral a una pequeña parroquia cerca de Jifna, donde celebró la fiesta de san José.
«Experimentamos las dificultades de vivir aquí, cuando cada aldea está casi separada de las aldeas vecinas y las ciudades y de este modo se convierten en una prisión gigante para la gente», explica.
«La nueva política del ejército israelí es retirar a los soldados de la mayoría de los puestos de control –añade–. En cambio, todas las entradas y salidas de cada aldea están bloqueadas por grandes bloques de cemento o profundas zanjas en las carreteras».
«La nueva política dificulta en gran medida la libertad de movimientos e incrementa el peligro de que los soldados disparen accidentalmente contra los viandantes desde sus escondidos puntos de vigilancia en las colinas».
Este peligro se ha convertido, añade el padre Abusahlia, «en una seria preocupación para quien tiene que viajar después de la puesta del sol como nosotros hicimos hoy. Corremos el riesgo de ser parados por soldados escondidos en tanques en medio de la carretera. Ellos temen hacer guardia en un puesto de control por el peligro de emboscadas».
«Nosotros pasamos a salvo hoy pero el coche de nuestro querido amigo, el doctor Sari Nusseibah, fue tiroteado en el punto de control de Qalandia, aunque damos gracias a Dios porque no fue herido».
«Mucha gente inocente –concluye el sacerdote– está siendo asesinada a sangre fría simplemente porque tiene que pasar por la humillación diaria de estos puestos de control».