La obra del padre Pío en favor de los enfermos

Habla su presidente, monseñor Ruotolo

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SAN GIOVANNI ROTONDO, 13 junio 2002 (ZENIT.orgAvvenire).- El padre Pío dejó a la humanidad dos dones particulares: la Casa Alivio del Sufrimiento, centro sanitario y de acogida espiritual en San Giovanni Rotondo (sur de Italia), y los Grupos de Oración esparcidos por todo el mundo. El director de ambas realidades es hoy monseñor Riccardo Ruotolo.

En esta entrevista narra su experiencia: «El padre Pío quiso dejar la clínica a la Santa Sede», revela monseñor Ruotolo. «Decía: si dejo la obra en las manos del Papa estoy seguro de que no fracasará».

–Un regalo comprometedor…

–Monseñor Ruotolo: Yo de hospitales no sabía nada. Se lo hice saber al cardenal Giuseppe Caprio cuando el 15 de diciembre de 1977 me indicó que viniera aquí para ver la situación. Le dije que ni siquiera había estado antes en San Giovanni Rotondo.

–Y el sustituto de la Secretaría de Estado ¿qué le respondió?

–Monseñor Ruotolo: «Mejor, así vas con la mente fresca, sin prejuicios». Me ordenó hacerle una relación en seis meses: la Santa Sede debía optar por mantener la dirección de la Casa Alivio o cederla al gobierno regional.

–¿Había deudas?

–Monseñor Ruotolo: Seis meses después, cuando presenté la relación económica, había solucionado aquellas deudas y había hecho un concierto con la Región. Entonces monseñor Caprio me dijo: «Bien, ahora vuelve a San Giovanni Rotondo y sigue trabajando».

–Ya lleva 25 años.

–Monseñor Ruotolo: Es la Providencia la que dispone.

–¿Y qué ha hecho en estos años?

–Monseñor Ruotolo: He tratado de respetar fielmente la voluntad del padre Pío. El 5 de mayo de 1957, por escrito, había expresado el proyecto, o la esperanza, de duplicar las camas. Hoy las camas se han triplicado, gracias a las ofrendas de los fieles: son más de mil.

–La Casa Alivio es, que yo sepa, el único hospital donde se ofrecen visitas guiadas: desde las cocinas a los quirófanos, el visitante puede ver todo.

–Monseñor Ruotolo: Es el primer hospital en el sur de Italia en cuanto a su capacidad de atracción para los pacientes. El 23% de nuestros hospitalizados y pacientes vienen de fuera de la región, incluso del norte. Especialmente en el sector oncológico, que además de 34 camas en el departamento, tiene un hospital de día con 20 camas, visitas médicas, exámenes, tratamientos. Tenemos cuatro aceleradores nucleares para acortar las listas de espera.
–¿Acortar las listas de espera?

–Monseñor Ruotolo: Tendemos a eliminarlas. Creo que seremos el primer hospital de Italia en conseguirlo.

–¿Se debe a la buena administración o a un milagro del padre Pío?

–Monseñor Ruotolo: Mire, la cuestión ya se la plantearon al padre Pío: «Cuando usted no esté, ¿que será de esta obra gigantesca?», le preguntaban los amigos. Y él respondía: «Cuando yo no esté, rezaré a la Providencia, que os ayudará más y mejor que hoy».

–¿Y hay algún indicio de esta intervención?

–Monseñor Ruotolo: Quién sabe, quizá el señor Krupp.

–¿El señor Krupp?

–Monseñor Ruotolo: Gary Krupp, judío estadounidense, de Nueva York, es el intermediario de aparatos electromédicos avanzados: nos ha vendido máquinas de medicina nuclear, de radiología, dos nuevos aparatos de mamografías. Se declara un «enamorado» del padre Pío y nos echa una mano.

–¿Una mano?

–Monseñor Ruotolo: Por ejemplo, nos ha hecho un descuento en la máquina de resonancia magnética de más de un millón de dólares. Ha repetido públicamente que está enamorado del padre Pío.

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ZENIT Staff

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