La vida de las mujeres afganas sigue sin ser fácil

Habla la ministra de Cultura y Educación, Habiba Sarabi

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MILAN, 15 septiembre 2002 (ZENIT.orgAvvenire).- Un año después de los atentados del 11 de septiembre y a pocos días del aniversario del inicio de la acción militar que hizo caer al Gobierno de los talibán, tres mujeres entraron en el Gobierno de transición, en diciembre pasado.

Entre ellas se encuentra Habiba Sarabi, ministra de Cultura y Educación. En esta entrevista, ofrece su opinión sobre la situación actual.

–Usted vivió todas las fases de las guerras afganas, tratando de no abandonar nunca su país. Tras la última guerra, ¿cómo valora la actual situación?

–Habiba Sarabi: Creo que ha sido bastante desagradable para el mundo darse cuenta de la realidad de Afganistán y de sus problemas tras los catastróficos y trágicos sucesos estadounidenses. Siento un profundo respeto por todos aquellos que perdieron la vida en aquellos atentados, y considero que deberíamos tomar todas las precauciones necesarias para que no se repitan hechos similares. Mi país y su pueblo han empezado un nuevo capítulo de su historia y espero que, con el apoyo y el ánimo del mundo, podremos lograr esa paz que, incluso en estos días, está amenazada por los repugnantes atentados de quienes quieren alejar todavía la hora de la democracia.

–¿Tras la toma de posesión del Gobierno, del que forma parte, controlado sobre todo por líderes de la Alianza del Norte, ha mejorado la condición de la mujer?

–Habiba Sarabi: Tras la caída del régimen talibán, la situación de las mujeres ha cambiado. Muchas mujeres afganas creen que pueden tener un papel activo en el futuro del país. Hay mujeres que van a las escuelas y universidades o que han empezado a trabajar. El Gobierno transitorio está tratando de crear reglas democráticas para poder garantizar derechos y libertades a las mujeres, pero esto no puede darse en breve tiempo. Sobre todo mientras siga habiendo personas que se oponen a estos cambios para todas las mujeres. Y estas divergencias emergen con más fuerza respecto a las mujeres que viven fuera de las principales ciudades, donde disminuyen las oportunidades de empleo y de educación. Hay pocas escuelas para las chicas que, a menudo, se casan pronto y ya no salen de casa. Con la ayuda de la comunidad internacional, querríamos cambiar esta situación, elevando la obligatoriedad de la escuela a los 16 años en todas las provincias del país.

–¿Qué medidas están tomando en esta dirección y ¿cómo se concilian con la reintroducción del Consejo para el Vicio y la Virtud?

–Habiba Sarabi: Desde diciembre pasado, el Ministerio de Cultura y Educación, cuya anterior titular fue Sima Samar, que ahora preside la Comisión para los Derechos Humanos, puso en marcha un centro de alfabetización para mujeres adultas en Kabul, y en algunas provincias, un programa sanitario específico para las mujeres que, lentamente, estamos tratando de abrir en cada región, instalándolo ya en 16 distritos de la capital. Respecto a la reintroducción del Consejo para el Vicio y la Virtud, es una decisión valorada por el Gabinete del Presidente.

–¿Cuáles son su relaciones con otros miembros del Gobierno, que, a excepción de la comisaria para los derechos humanos, Samar, y de la ministra de la Salud Pública, Sohalla Siddiqui, son todos varones?

–Habiba Sarabi: Tengo óptimas relaciones con las otras dos mujeres del Gobierno, con las que colaboro cotidianamente con motivo de mis actividades, sobre todo con Sima Samar. Las relaciones con todos los demás miembros son esencialmente profesionales, dentro del respeto recíproco. Aunque todavía sea fácil y agradable trabajar con todos ellos.

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ZENIT Staff

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