COLOMBIA, 15 noviembre 2002 (ZENIT.org).- Monseñor Jorge Enrique Jiménez, presidente del Consejo Episcopal Latinoamericnao, y el párroco de Pacho (Cundinamarca) el padre Desiderio Orjuela, fueron liberados este viernes por el Ejército colombiano.
La liberación tuvo lugar durante una operación militar cerca a Topaipí, en el Valle de Rionegro del mismo departamento, a 147 kilómetros al norte de la capital colombiana.
Tras la operación militar que rescató al obispo de Zipaquirá fue trasladado en helicóptero a la sede de la Escuela de Caballería, en el norte de Bogotá.
Las pantallas de la televisión colombiana mostraron a los liberados descendiendo del aparato rodeados de periodistas. El obispo y el sacerdote estaban visiblemente cansados, pero siempre sonriendo.
Según fuentes militares, las tropas encabezadas por el Comandante de la Quinta División del Ejército, General Reinaldo Castellanos, cercaron el lugar en donde se encontraban los prelados en cautiverio.
En la acción, efectuada en la vereda La Chapa de ese municipio, murió al menos uno de los presuntos guerrilleros de la columna móvil Policarpa Salavarrieta de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc).
Al parecer, el grupo que lo retenía estaba conformado por cuatro hombres y dos mujeres, que se dieron a la fuga y dejaron abandonados fusiles y material de intendencia.
Juan Pablo había enviado el martes pasado un telegrama al cardenal Pedro Rubiano Sáenz, arzobispo de Bogotá, en el que expresó su «profundo dolor» por el secuestro de los representantes de la Iglesia y pidió su inmediata liberación.
Una oleada mundial de comunicados procedentes de autoridades eclesiales, políticos, personalidades públicas, y de personas particulares fueron enviados durante los días del cautiverio para mostrar su solidaridad a la Iglesia.
El obispo y el sacerdote fueron secuestrados el lunes por dos hombres armados que los interceptaron cuando se dirigían a celebrar unas confirmaciones religiosas a jóvenes de la vereda de San Antonio de Aguilera.
Los secuestradores, vestidos de civil, interceptaron el coche en que viajaban poco antes de llegar a San Antonio de Aguilera, y obligaron a los dos religiosos a internarse en el monte.
Más de 1.000 efectivos de las Fuerzas Militares, con apoyo aéreo y de agentes policiales en su mayoría montados a caballo, participaron en la operación de rescate, que fue lanzada el mismo día del secuestro y cubrió una decena de municipios de la región norte de Cundinamarca, departamento del que Bogotá es capital.