ABUYA, 25 noviembre 2002 (ZENIT.org).- La violencia no tiene justificación; menos aún se puede asesinar en nombre de la religión. Así calificó el cardenal nigeriano Francis Arinze –hasta hace un mes presidente del Conseo Pontificio para el Diálogo Interreligioso– los sucesos desencadenados la semana pasada en Nigeria por un certamen internacional de belleza.
El domingo volvió aparentemente la calma a las ciudades de Abuya y Kaduna después de tres días de atrocidades ocurridas en el contexto del concurso Miss Universo, que el próximo 7 de diciembre debería haberse celebrado en la capital del país.
El anuncio del traslado a Londres del certamen ha calmado los ánimos de los detractores islámicos. El balance proporcionado por Cruz Roja refleja por el momento 200 muertos y 1250 heridos aproximadamente.
El episodio de intolerancia estalló el miércoles pasado en el centro-norte del país, después de la publicación de un artículo relacionado con el concurso y que se consideró blasfemo para la religión musulmana.
En un comentario editorial del fin de semana anterior, el «This Day» se preguntaba: «¿Por qué los musulmanes nigerianos piensan que es inmoral traer a 92 mujeres al país para que exhiban su belleza? ¿Qué hubiera pensado Mahoma al respecto? Honestamente, probablemente habría elegido una esposa entre ellas», respondía.
En respuesta a lo que se juzgó como una provocación, el miércoles pasado la oficina del diario en Kaduna fue incendiada por cientos de musulmanes que protestaban contra la aparición del artículo.
Después, una manifestación degeneró en ataque contra las iglesias y los edificios pertenecientes a cristianos, según indicaron testigos presenciales. Varios lugares de culto fueron incendiados y la policía y el ejército tuvieron que desplegarse en las calles de la ciudad.
«This Day» se disculpó en primera página por la supuesta ofensa –es la tercera disculpa que ofrece desde la publicación del artículo–. Aún así, los líderes musulmanes exigen que el gobierno sancione al diario.
Abuya, lugar previsto para la celebración del certamen internacional de belleza, se encuentra a 155 kilómetros al sur de Kaduna y todas las actividades relacionadas con el certamen, patrocinado este año por Stella Obasanjo, la esposa del presidente nigeriano, Olusegun Obasanjo, se llevaban a cabo exclusivamente en la región meridional del país, de mayoría cristiana y animista.
Aunque la celebración de Miss Universo se previó inicialmente para el 30 de noviembre, se pospuso una semana para que no coincidiera con el sagrado mes de Ramadán de los musulmanes.
El cardenal Francis Arinze, de origen nigeriano, nuevo prefecto de la Congregación de los Sacramentos y del Culto Divino, envió a la Agencia Fides una declaración el sábado pasado, en la que condenaba los violentos enfrentamientos ocurridos en Nigeria.
«Lo que ha sucedido estos días en Nigeria es muy triste y trágico. No se puede justificar en modo alguno la violencia, menos aún asesinar en nombre de la religión (…)», declaró el purpurado.
Presente recientemente en Nigeria para participar en el Congreso Eucarístico Nacional, afirmó que los sucesos «reflejan la gran tensión que hay en el país. Hoy, los líderes musulmanes y cristianos, pero especialmente las autoridades civiles y políticas, deben reconsiderar sus propios deberes y responsabilidades, (…) cómo servir mejor a la comunidad nigeriana. Una cosa es cierta: la violencia no es el camino adecuado para el presente y el futuro».
La violenta reacción de los musulmanes nigerianos ante la celebración del concurso provocó que los estados septentrionales del país donde se aplica la Sharia prohibieran la entrada a su territorio a las concursantes considerando que el certamen ofendía la moral del Islam.
El sacerdote Ander Sampaio de Oliveira, de la Nunciatura en Abuya, declaró a Fides además que los desórdenes comenzaron cuando las jóvenes participantes en el concurso Miss Universo, entrevistadas por los medios de comunicación nigerianos, expresaron su solidaridad con las mujeres condenadas por la ley islámica.
«Bandas de muchachos pobres y desempleados se echaron a las calles, atacando todo y a todos, dejando tras de sí un rastro de muertos y heridos. Golpearon las zonas donde los cristianos viven y desarrollan sus actividades», declaró a MISNA la hermana Semira Carozo, Superiora de las Oblatas de Nazaret en Kaduna.
Prendieron fuego a las iglesias, se saquearon numerosas tiendas y a lo largo de las calles se levantaron barricadas desde las que se lanzaban piedras y botellas. Fue lo que ocurrió en Kaduna, la más afectada por los enfrentamientos, tanto que las autoridades locales decretaron el toque de queda.
Este domingo, según la religiosa, «transcurrió con calma en Kaduna, y los fieles se acercaron en gran número a las iglesias para la liturgia dominical, manifestando una gran de y un valor extraordinario»,
La población de Kaduna sigue atemorizada: «Se observa un fuerte despliegue de militares por todas partes y el toque de queda dura desde las 18.00 hasta las 6.00 (…). El lunes abriremos la escuela, pero ignoramos cuántos niños se presentarán a clase».
El padre Gorge Ehusani, del Secretariado Católico de Lagos, enmarcó para la Agencia Fides los últimos sucesos de Nigeria de esta manera: «Desde febrero de 2000, la violencia ligada a la imposición de la Sharia (ley islámica), que ha llevado a la pérdida de cientos de vidas, a la destrucción de iglesias, negocios, casas y vehículos propiedad de cristianos, se ha convertido un hecho habitual en Kaduna, Kano, Jos, Zaria y Bauchi, donde una numerosa comunidad cristiana vive junto a los musulmanes».
Kaduna, la ciudad escenario del encuentro de Miss Universo, se «ha convertido en el lugar más peligroso para vivir en Nigeria. Después de las masacres provocadas por la introducción de la Sharia en febrero y mayo de 2000, la ciudad, de hecho, se ha partido en dos con el río Kaduna como línea de división», constató el padre Ehusani.
«Los cristianos han huido de la zona norte dominada por los musulmanes, refugiándose en la zona sur, donde ahora están en mayoría –añadió– y obligan a los musulmanes locales a abandonar el área».
Todo ello demuestra, según el padre Ehusani, «el fracaso del Estado y el colapso del sistema de gobierno. El ciudadano medio parece haber perdido la confianza en la capacidad de aquellos que están en el poder para proteger sus vidas y sus bienes».