Vuelven a aumentar los gastos militares

El miedo al terrorismo acelera la siniestra tendencia

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ESTOCOLMO, 23 de noviembre de 2002 (ZENIT.org).- La caída del muro de Berlín en 1989 trajo «dividendos para la paz», que permitieron a muchos países reducir los gastos militares y dedicar más recursos a programas sociales. Pero esta tendencia se ha invertido, incluso antes de los atentados terroristas del 11 de septiembre.

Según un reciente comunicado publicado por el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI) – «Últimas Tendencias en el Gasto Militar», han aumentado los gastos militares en el mundo desde 1998, después de un periodo de reducciones. El anuario del SIPRI para el año 2002, publicado el pasado julio, estima que el gasto militar en el mundo en el año 2001 fue de 839.000 millones de dólares, un 2% más en términos reales que el año anterior. Los 839.000 millones de dólares constituyen el 2,6% del productor interior bruto del mundo, o 137 dólares per cápita. Los datos del anuario no reflejan los gastos suplementarios adoptados tras los ataques terroristas del 11 de septiembre.

Cinco países suman más de la mitad del gasto militar del mundo. Estados Unidos gasta el 36% del total, seguido por Rusia con el 6%, y Francia, Japón y Reino Unido con cerca del 5% cada uno. Los 63 países de África y Latinoamérica suman juntos un 5%.

Aunque las cifras del Tercer Mundo suman un porcentaje pequeño del gasto total, en algunos casos los costes militares son altos en proporción al tamaño de la economía. El SIPRI observaba que los países con los gastos más altos en defensa, medidos según el porcentaje del Producto Interior Bruto dedicado a gastos militares, se localizan en Oriente Medio y África.

El anuario del SIPRI también contiene datos sobre ventas de armas. Durante el periodo 1997-2001, las transferencias internacionales de armas cayeron, debido a una reducción en las entregas por parte de Estados Unidos, que es el mayor proveedor, sumando el 44,5% de las exportaciones. Rusia es el segundo proveedor más importante, con un 17%. En el 2001, sin embargo, un aumento de venta de armas del 24% la ha convertido en el proveedor más importante, por delante de Estados Unidos. Otros exportadores importantes en 1997-2001 fueron Francia, Reino Unido y Alemania.

Los cinco importadores de armas más importantes en el mismo periodo fueron Taiwán, China, Arabia Saudí, Turquía y la India. China ha sido el más importante receptor de armas en el 2001 después de un aumento del 44% con respecto al año 2000. India también ha registrado un dramático aumento, de un 50%, convirtiéndola en el tercer receptor en el 2001.

Preocupación por los efectos de las ventas de armas
Amnistía Internacional está preocupada puesto que, al vender armas a las naciones en vías de desarrollo, los países más ricos están minando los esfuerzos por promover su estabilidad, informaba el periódico británico Guardian el 24 de junio. Aunque los países del G-8 están preocupados por el terrorismo y los conflictos internos, también son responsables de más del 80% de todas las nuevas armas que llegan al mundo en vías de desarrollo, declaraba Amnistía.

Amnistía afirmaba que los grupos armados como Al Qaida y países como la India, Pakistán, Israel y Zimbabue han adquirido enormes arsenales que tienen como responsables a las naciones del G-8. Gran Bretaña exporta armas a los países en desarrollo por un valor de 1.500 millones de dólares cada año.

Las críticas de Amnistía encontraron su confirmación cuando el Foreign Office británico publicó su último informe anual que recogía las ventas de armas del 2000. El informe revelaba que Gran Bretaña había vendido armas por un valor de 5.000 millones de libras (7.900 millones de dólares) durante ese año, informaba el Times el 20 de julio. Las armas fueron a parar a cerca de 130 países, algunos de ellos en guerra o con expedientes abiertos por infringir los derechos humanos.

Más recientemente surgió una controversia cuando se hizo público que el Reino Unido podría hacer una donación de más de 400 tanques a Jordania, informaba el Guardian el 29 de octubre. La medida fue tomada sin hacer ruido, mientras el Parlamento estaba en un receso.

Mayor preocupación han despertado las señales de que los países en vías de desarrollo quieren participar en el lucrativo comercio de armas. India apunta a multiplicar por diez sus ventas de armas, declaraba un análisis publicado el 29 de octubre por Stratfor, una firma de análisis geopolíticos con sede en Texas.

Stratfor informó que en una entrevista con la presa india, el ministro de defensa, George Fernandes afirmó que la nación está buscando nuevos mercados de exportación y pretende vender artículos más avanzados –incluyendo barcos, helicópteros, aviones y sistemas de guerra electrónica.

Las exportaciones indias han caído desde 1998, cuando alcanzaron alrededor de 38,5 millones de dólares. Según Fernandes, ahora suman un total de 20,7 millones de dólares. Afirmó que el gobierno querría exportar alrededor de 200 millones de dólares más el próximo año.

Además de promover las ventas de armas como una manera de fortalecer su industria local de defensa, los líderes indios buscan usar las exportaciones como una forma de convertirse en un poder regional en competencia con la expansión de China, observaba Stratfor.

Otro tema que preocupa, puesto de relieve tras el 11 de septiembre, radica en la amenaza de las armas químicas y biológicas. El obstáculo más grande en los esfuerzos por controlar las armas biológicas es la naturaleza «de doble uso» de la tecnología, informaba el Financial Times el 10 de julio. Resulta muy difícil distinguir entre el desarrollo de armas biológicas y el desarrollo de defensas contra dichas armas. También resulta arduo diferenciar los programas militares de la investigación y desarrollo de productos comerciales.

En noviembre del 2001, los Estados Unidos acabaron en la práctica con un protocolo que habría dado medios a la Convención de Armas Biológicas de hace 30 años. La Convención, con 145 firmantes, prohíbe las armas biológicas pero no tiene medidas, como inspecciones, para poner en práctica su cumplimiento. Estados Unidos defiende que resulta insustancial negociar con gobiernos que están buscando bio-armas de manera agresiva.

Pasos para controlar las armas
A pesar de que los gastos van en aumento, continúan los esfuerzos en diferentes áreas para limitar el daño causado por las armas. El 20 de septiembre, las Naciones Unidas publicaron un informe del Secretario General, Kofi Annan, sobre armas ligeras.

En julio del 2001, las Naciones Unidas tuvieron una conferencia sobre el tráfico ilícito de armas ligeras y se aprobó un programa de acción encaminado a reducir lo que Annan calificó la «plaga global». Citaba estimaciones de que hay al menos 639 millones de armas ligeras en el mundo, muchas de las cuales «fomentan, intensifican y contribuyen a la prolongación de los conflictos». De las 4 millones de muertes que se estima han causado las guerras durante los años noventa, el 90% de ellas eran civiles, y el 80% de estos civiles eran mujeres y niños, la mayoría víctimas de armas ligeras, afirmaba Annan.

En el área de las armas químicas y biológicas, China introdujo hace poco regulaciones sobre la exportación de productos químicos, equipo y tecnología con un potencial doble uso, informaba Stratfor el 21 de octubre. Menos de dos meses antes, Pekín también había adoptado nuevas reglamentaciones que cubrían las exportaciones de partes de misiles y de la tecnología relacionada.

Stratfor observaba que Estados Unidos y China han tenido desacuerdos desde hace mucho tiempo sobre la proliferación de misiles y armas de destrucción masiva atribuidas a esta última. Parece que los cambios se deben a un esfuerzo por parte de China de mejorar las relaciones bilaterales antes de la visita de octubre a
Estados Unidos del Presidente Jiang Zemin.

Meses antes, Estados Unidos y Rusia alcanzaron un acuerdo con un tratado que podría reducir sus armas nucleares hasta más de dos tercios, informaba el 14 de mayo el Washington Post. El pacto, sin embargo, no contiene ningún requisito sobre destruir las cabezas de guerra que están fuera de servicio. Además, el acuerdo, que expirará en diez años, permite a las partes rechazarlo avisando con 90 días de antelación.

En noviembre del 2001, el presidente George W. Bush afirmó que planeaba reducir el arsenal nuclear de Estados Unidos hasta una cifra de entre 1.700 y 2.200 cabezas de guerra. El presidente ruso Vladimir Putin actuó a la recíproca al anunciar su intención de recortar el arsenal ruso hasta una cifra de entre 1.500 y 2.200. Cada parte tiene entre 5.000 y 6.000 cabezas de guerra, según datos de Estados Unidos.

El 1 de octubre, el arzobispo Renato Martino, jefe de la delegación de la Santa Sede en la sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre Desarme General y Completo, animó a los delegados a continuar con sus esfuerzos. «Se deben reforzar las medidas prácticas de desarme para consolidar la paz, los acuerdos regionales de desarme, y especialmente las medidas adoptadas para contener el tráfico ilícito de armas ligeras», declaró.

Estos pasos, junto con otros esfuerzos, «pueden tener enormes efectos en la mejora de las condiciones de seguridad para los seres humanos en todo el mundo», defendía.

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ZENIT Staff

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