BAGDAD, 10 febrero 2003 (ZENIT.org ).- La presencia del enviado especial del Papa a Irak, el cardenal Roger Etchegaray, es un importante testimonio para el mundo islámico y el pueblo iraquí del rechazo de la Iglesia hacia la guerra, afirma uno de los máximos exponentes católicos del país.
Así lo afirma monseñor Jean Sleiman, arzobispo de los católicos de rito latino de Bagdad aludiendo a la trascendencia del viaje que inició este lunes el enviado del Papa.
Apoyando todos los esfuerzos para proteger la paz, el Santo Padre envía a través del purpurado vasco-francés una carta a Sadam Hussein en la que le recuerda su deber de una efectiva cooperación internacional, basada en la justicia y en el derecho internacional.
Se trata de una visita importante porque «arroja una luz de esperanza en esta crisis que parece sin salida», afirmó monseñor Sleiman en una entrevista concedida a la agencia SIR de la Conferencia Episcopal italiana.
De acuerdo con sus palabras, el pueblo iraquí está «apesadumbrado y moralmente exhausto, consumido por el largo embargo».
«Muchos se abandonan al fatalismo –constata–, otros muchos prefieren marchar hacia lugares más seguros en caso de ataque. Ninguno, en cualquier caso, parece creer en una solución positiva de la crisis».
«La presencia del enviado papal –asegura monseñor Sleiman– ayudará a la población a vivir menos en la angustia. El primer resultado concreto será el de mostrar la cercanía de la Iglesia católica a través de la oración del Papa y los esfuerzos de numerosas conferencias episcopales».
«En estos momentos es fundamental no sentirse abandonados», explica.
Además, la misión de paz emprendida por el cardenal Etchegaray «es una ocasión de un fuerte testimonio hacia el mundo islámico y el pueblo iraquí», añadió el arzobispo latino de Bagdad.
En este contexto, «es importante que se sepa que los cristianos no quieren la guerra, que la Iglesia siempre ha intentado detener cualquier intento de guerra», continúa.
«Los iraquíes deben saber que los cristianos de aquí están en comunión con los cristianos del mundo que rechazan la guerra. No es una guerra de religión ni de culturas o civilizaciones, sino que se trata de una guerra que sabe de economía», aclara.
El arzobispo de los católicos de rito latino de Bagdad manifiesta igualmente la atención con la que siguen todos los esfuerzos diplomáticos. «Es mejor hablar de diplomacia preventiva que de guerra preventiva. El deseo es que se dé más tiempo a los inspectores de la ONU», concluyó.