El diálogo ecuménico ha alcanzado los vínculos de amor y paz

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Reconoce el patriarca ortodoxo de Constantinopla en una carta a Juan Pablo II

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CIUDAD DEL VATICANO, 1 julio 2003 (ZENIT.org).- Se han alcanzado los vínculos de amor y paz fundamentales para el progreso del diálogo teológico que llevan adelante la Iglesia ortodoxa y la católica, constató el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, en una carta enviada a Juan Pablo II con ocasión de la solemnidad de San Pedro y San Pablo.

La misiva acompañó a la delegación del patriarca Bartolomé I que, como es costumbre, en la solemnidad de los dos apóstoles, el domingo pasado participó en la Eucaristía que presidió el Papa, quien recibió en la víspera a los representantes ortodoxos.

Por su parte, la Santa Sede envía una delegación al Patriarcado el 30 de noviembre, fecha en que se celebra la fiesta de su patrón, San Andrés.

En la carta, difundida este martes por la sala de prensa vaticana, Bartolomé I también reconoce que «el hecho de que no sea aún posible alcanzar la unidad de la fe» proyecta «una sombra» en la «tarea común» del ecumenismo.

Sin embargo, el ejemplo de Pedro «es siempre actual, especialmente en estos tiempos, en que todos nos damos cuenta de que los caminos separados en las diferentes confesiones cristianas llevan a un callejón sin salida», se lee en el texto.

El patriarca Bartolomé I –considerado como «primus inter pares» de la ortodoxia— aludió también a las cartas de San Pedro, entre la cuales se contienen «excelentes consejos para los fieles».

En particular, la invitación del apóstol a «purificar» la propia alma «en la obediencia a la verdad a través del Espíritu» es una enseñanza «siempre actual», especialmente en esta fase del diálogo ecuménico.

Bartolomé I concluyó su carta al Santo Padre expresándole su «sincero afecto fraterno» y deseando al mismo tiempo que «el Señor nos conceda, por la intercesión del apóstol Pedro, “primus inter pares”, ser edificados como piedras vivas en una morada espiritual, un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios agradables a Dios a través de Jesucristo».

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ZENIT Staff

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