La docilidad al Espíritu Santo, clave en la nueva evangelización

Entrevista con el padre Jorge Córdova

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MADRID, 6 julio 2003 (ZENIT.org).- En la docilidad al Espíritu Santo está el secreto para descubrir nuevos métodos y un nuevo ardor en la evangelización –necesidad manifestada por Juan Pablo II–, una realidad que con gozo y gratitud vive la Renovación Carismática Católica (RCC).

Así lo constata el padre Jorge Córdova en esta entrevista concedida a Zenit. Presente en España como uno de los oradores invitados a la XXV Asamblea Nacional de la RCC –que hasta este domingo ha reunido a miles de carismáticos en Madrid–, el sacerdote ecuatoriano dedica su tiempo al ministerio de la predicación con la bendición y recomendación del cardenal Antonio José González Zumárraga, arzobispo primado de Ecuador, y el respaldo del episcopado del país.

–La Iglesia necesita un lenguaje nuevo en la evangelización. En la RCC el canto es habitual. ¿Podría ofrecer su testimonio en este aspecto? ¿Qué sugeriría a los evangelizadores de nuestro tiempo?

–P. Jorge Córdova: Desde Santo Domingo, el Papa Juan Pablo II nos animaba a una nueva evangelización. Pienso que debemos estar abiertos a los signos de los tiempos y usar todos esos medios que Dios va poniendo para que podamos responder realmente a esta nueva evangelización, especialmente con los jóvenes.

En muchos sitios están surgiendo iniciativas verdaderamente novedosas. Por ejemplo, en cierto país, un sacerdote se dio cuenta que en un parque se reunían todos los jóvenes, jóvenes que no iban a la iglesia. ¿Qué hizo? Consiguió un buen «ministerio de música» (equipos de la RCC que a través de la música y el canto animan la oración de los grupos –n. de la r.–), puso en el parque una tarima y comenzó con este grupo con cantos de gozo, de alegría, con danza, y «arrasó» con todos los jóvenes.

En otro sitio, comenzaron un «café carismático». Fue muy interesante. Se lanzó la invitación ofreciendo «leer las cartas» y café gratis. Ese fue el gancho. Toda la gente, por querer saber su futuro, acudió. ¡Claro que se leían las cartas! Pero las cartas de Santiago, de San Pedro, de San Juan. En muchos sitios y lugares la gente está dejándose llevar del Espíritu Santo y utiliza estos detalles para atraer a la gente.

Antes de decidirme por el sacerdocio, estudiaba medicina. Entre las aficiones que teníamos, tocaba en un grupo de música moderna en los bailes en la universidad estatal. Esa era mi vida. Cuando, desde mi experiencia de Dios, entré en el seminario, pensé que tenía que dejar este aspecto de lado, hasta que Dios, a través de mi director espiritual en el seminario, me hizo entender que es lo que Él me había dado para usarlo para su gloria y alabanza.

Fui uno de los primeros sacerdotes de la archidiócesis en usar una guitarra y cantarle al Señor. Hablo de hace veintidós años. Fue un «escándalo» que llegó a oídos del señor cardenal, quien me llamó. Le dije: «Sólo quiero preguntarle: ¿Jesús está presente allí?». «Sí», me dijo. «¿Me oye?», continué. «¡Claro!», contestó. «¿Siente?», insistí. «Por supuesto –dijo el purpurado–, porque está vivo». «Entonces, si Él siente, me escucha y me oye, ¿por qué no puedo cantarle a mi Dios?», le pregunté. Recuerdo que el señor cardenal me dijo: «Sigue cantándole. Tienes mi bendición».

El Señor me ha dado también la gracia de ir componiendo cantos que me ha regalado justamente para darle gloria y alabanza. La música también es un medio para ir rompiendo el hielo –por ejemplo, entre todos los fieles que llegan a un encuentro como éste– y para sumergirnos en la intimidad de Dios. Es un regalo maravilloso que agradezco a Dios. Desde aquí quiero animar a todos los que han recibido una gracia de Dios a que la usen. Por algo la han recibido, así que ¡usadla para gloria y honra de Jesucristo el Señor!

–¿Cómo traduce esta vivencia en el ministerio de la palabra?

–P. Jorge Córdova: Pregunto al Señor «¿Qué es lo que quieres que hable a tu pueblo?». No se trata de lo que yo piense, sino de lo que Él quiera. Y tantas veces, a pesar de que uno se prepara –porque también es importante preparar la predicación–, sin embargo en ocasiones el Señor sugiere otros aspectos. Simplemente hay que dejarse llevar. Es Él. Es su Iglesia, no es «mi» Iglesia. Es Él el que quiere hablar a su pueblo, y Él sabe lo que tiene que decir a su pueblo. Sencillamente uno tiene que ser dócil a esas inspiraciones que vienen del Espíritu.

–El pasado 3 de mayo, durante su estancia en Madrid, Juan Pablo II lanzó ante 800.000 un llamamiento a la interioridad. ¿Cómo responde la RCC a esta invitación?

–P. Jorge Córdova: La música es un vehículo que lleva a la persona a la intimidad con el Señor. Pienso que hoy tenemos que usar en especial este medio. Cuando el Papa nos anima a que seamos testigos, se trata justamente de que usemos los medios con los cuales se puede atraer a los jóvenes –los que más les gustan– y que los jóvenes los utilicen para atraer a otros jóvenes.

Más aún. El Papa quiere que haya un despertar dentro de la Iglesia, dentro de la juventud. ¿Cómo vamos a provocar un despertar si seguimos usando muchas veces los mismos esquemas y no dejamos que el Espíritu Santo vaya respondiendo a los tiempos de hoy?

El Papa Pablo VI nos hablaba de la necesidad de dejarnos llevar de los signos de los tiempos. Este tiempo requiere nuevos medios, nuevos métodos, nuevo ardor. Por lo tanto, dejémonos llevar. El contenido siempre va a ser el mismo: Jesucristo, el Señor. He visto cómo los jóvenes realmente se sienten atraídos por estos nuevos métodos hacia Jesucristo, el único contenido que siempre va a ser el mismo.

–Usted predica en numerosos países. De su experiencia, ¿podría compartir algún fruto de esa interioridad que despierta la RCC?

–P. Jorge Córdova: Hoy más que nunca puedo afirmar que en todas partes están surgiendo comunidades nuevas. Personalmente animo espiritualmente a siete comunidades de vida consagrada –asociaciones, institutos–. Necesitamos tener una visión del mundo para darnos cuenta de cómo la Iglesia está reverdeciendo, está en una primavera. El Espíritu Santo está suscitando realidades muy bellas. El cielo y la tierra pasarán, pero esta Iglesia jamás pasará, porque es la Iglesia de Jesucristo.

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ZENIT Staff

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