Juan Pablo II alienta la negociación para superar la división de Chipre

CIUDAD DEL VATICANO, 8 julio 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II alienta decididamente la reanudación de negociaciones que permitan la superación de la división de la isla de Chipre.

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Así lo manifestó este sábado al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador de Nicosia ante la Santa Sede, Georgios F. Poulides, nacido en Atenas hace 56 años, procedente de la carrera diplomática.

En 1974, un intento de golpe por parte de grecochipriotas que respaldaban la unión de la isla con Grecia suscitó una invasión turca. En 1983, la parte turca de la isla se autodeclaró como «República Turca del Norte de Chipre», sin lograr el reconocimiento de las Naciones Unidas (sólo es reconocida por Turquía).

Casi tres décadas después de la invasión, 40.000 soldados turcos continúan emplazados en el norte y las fuerzas de pacificación de las Naciones Unidas patrullan la zona de contención que divide la isla y que atraviesa aldeas, casas, campos e incluso la vieja ciudad amurallada que forma el núcleo urbano de la capital, Nicosia.

La población de Chipre se divide entre unos 600.000 grecochipriotas en el sur y unos 150.000 habitantes de origen turco –unos nacidos en la isla y otros llegados desde Turquía– en el norte.

«La Santa Sede, junto al resto de la comunidad internacional, se entristeció profundamente por el hecho de que el plan para la paz y la reunificación, presentado el último año por el secretario general de las Naciones Unidas –resultado de meses de negociaciones– no alcanzara el consenso necesario entre las partes involucradas y por ello no fuera aceptado», reconoció el Papa.

«Es de desear que el clima actual de una creciente integración europea y de una mayor unidad europea dé una nueva determinación para resolver los esfuerzos orientados a superar finalmente la crisis», añadió el pontífice.

«En este sentido –insistió–, me complace escuchar la voluntad de su gobierno de sentarse una vez más a la mesa del diálogo y las negociaciones, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, y su disposición de acatar todas las orientaciones relevantes adoptadas por el Consejo de Seguridad».

«De hecho –aseguró–, la confrontación y la violencia no ofrecerán nunca soluciones duraderas a las controversias entre pueblos y naciones».

«Desde luego, en todo esto –concluyó el Papa–, los miembros de la comunidad católica estarán siempre deseosos de ofrecer su contribución, junto a sus conciudadanos chipriotas».

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ZENIT Staff

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