CIUDAD DEL VATICANO, 17 julio 2003 (ZENIT.org).- Guadalajara (México) ha acogido del 8 al 12 de julio la reunión anual del Consejo de Administración de la Fundación «Populorum Progressio» para analizar la financiación de los proyectos en favor de las comunidades campesinas pobres indígenas, mestizas y afroamericanas de América Latina y el Caribe.
En total son 259 proyectos, distribuidos en 21 países, sobre los cuales el Consejo deberá tomar una decisión.
Como es habitual, se refieren al sector productivo –herramientas agrícolas, producción y comercialización de bienes–, sector sanitario, formación profesional, realización de centros comunitarios, educación escolar, construcción de casas agrícolas y formación humana integral.
Entre los países que han presentado mayor número de proyectos se encuentran Colombia (35), Perú (34), Brasil (25), México (23) y Ecuador (22).
Les siguen Bolivia y Haití (14), Guatemala (13), Nicaragua (12), Chile y El Salvador (11), Paraguay (8), Costa Rica, Panamá y República Dominicana (7), Argentina, Cuba, Uruguay y Venezuela (3) y Antillas y Honduras (2).
La Fundación «Populorum Progressio» fue instituida por Juan Pablo II en el ámbito del Consejo Pontificio «Cor Unum» el 22 de febrero de 1992, año en que se celebraba el V Centenario del comienzo de la evangelización del continente americano.
Relanzó así la intención de su predecesor, Pablo VI, quien, después de la Conferencia de Puebla, quiso constituir el Fondo del mismo nombre, que posteriormente dio origen a la propia Fundación.
Promover el desarrollo integral de las comunidades de campesinos más pobres de América Latina y ser signo y testimonio del anhelo cristiano de fraternidad y de auténtica solidaridad están entre las finalidades de la Fundación.
Igualmente se orienta a colaborar con todos aquellos que, conscientes de la sufrida condición de los pueblos latinoamericanos, desean contribuir a su desarrollo integral, actuando de modo que la doctrina social de la Iglesia encuentre una justa y oportuna aplicación.
La Fundación «Populorum Progressio» tiene su sede en el Consejo Pontificio «Cor Unum», cuyo presidente, monseñor Paul Josef Cordes, es también presidente de la Fundación y su representante legal.
Entre las competencias del Consejo de Administración se encuentra el estudio y la aprobación de los proyectos presentados.
Siempre acompaña a cada proyecto una carta del ordinario del lugar garantizando que la necesidad a la que se refiere es real, que la realización procederá en el tiempo señalado y que cuenta con su aprobación y con los servicios diocesanos.
También se utilizan los servicios de las Nunciaturas Apostólicas. De esta forma, la estructura organizativa de la Iglesia posibilita, sin gastos adicionales, alcanzar los últimos rincones y llegar hasta las selvas más escondidas del planeta.