LIMA, 29 julio 2003 (ZENIT.org).- El trabajo y el testimonio de santidad de numerosos franciscanos y franciscanas a lo largo de 450 años ha ayudado a conformar la identidad de la patria peruana.
Por ello, el cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima y primado de Perú, expresó su agradecimiento a la Orden Franciscana al presidir la Eucaristía de celebración de este aniversario en la Basílica de San Francisco, en el centro de la capital, el pasado 14 de julio.
La misa fue concelebrada por monseñor Miguel Cabrejos, arzobispo de Trujillo, monseñor Federico Ritcher Prada, arzobispo emérito de Ayacucho, Fray Anselmo Díaz Rodríguez, ministro provincial de los Franciscanos, además de los obispos auxiliares de Lima, monseñor José Antonio Eguren y monseñor Adriano Tomasi.
En 1542 llegó a Perú una expedición de franciscanos formada por doce frailes, lo cual dio origen al nombre de la provincia peruana de los Doce Apóstoles, fundada en 1553. A partir de este momento, se extendió la labor de la Orden Franciscana en todo el continente americano.
El primer franciscano que pisó tierras peruanas fue Fray Marcos de Niza, y poco después llegaron los padres Jacobo Ricke, Pedro Gosseal y Pedro Rodeñas, quienes dedicaron grandes esfuerzos a la evangelización de los indígenas.
«Los franciscanos fundaron pueblos, abrieron caminos, crearon colegios y transmitieron cultura, forjando el espíritu cristiano de nuestra república peruana», constató el purpurado.
«Queridos frailes –dijo el cardenal Cipriani dirigiéndose a los religiosos–, conservad vuestro estilo basado en la pobreza, la entrega a los demás, la docilidad y la obediencia, teniendo fija vuestra mirada en Cristo, como lo hacía San Francisco de Asís, vuestro padre y maestro».
Igualmente les recordó que «aquel que predica debe calentar su alma en la oración, para no proferir palabras vacías, y también debe buscar la santidad, como una urgente tarea pastoral de nuestro tiempo».
Según recientes sondeos de opinión, el arzobispo de Lima manifestó que la identidad cristiana en Perú identifica de forma mayoritaria a los franciscanos como un símbolo de los que es la fe católica en las sociedades.
«Por ello, les recuerdo a sus religiosos las tradiciones de servicio, de entrega, de afecto, de cercanía, que siempre los han caracterizado», concluyó.