El perdón de Dios, auténtica felicidad; según el Papa

Meditación sobre el Salmo 50, «Miserere», en la audiencia general

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CASTEL GANDOLFO, 30 julio 2003 (ZENIT.org).- La auténtica felicidad está en la experiencia del perdón de Dios, que requiere el arrepentimiento, considera Juan Pablo II.

Este fue el tema central de la meditación que ofreció en la audiencia general de este miércoles a los más de mil fieles que se congregaron en el patio del palacio apostólico de Castel Gandolfo, donde el pontífice transcurre sus vacaciones de verano.

En esta ocasión, el hilo conductor de sus reflexiones fue el Salmo 50, «Misericordia, Dios mío», o «Miserere», según comienza la famosa traducción latina, uno de los pasajes bíblicos más recitados por judíos y cristianos de todos los tiempos.

El obispo de Roma lo presentó como un «oasis de meditación en cual descubrir el mal que se anida en la conciencia e invocar del Señor purificación y perdón».

A la luz de la composición bíblica es posible comprender mejor, aclaró, «el límite y la fragilidad de la criatura humana, su capacidad perversa para sembrar el mal y la violencia, la impureza y la mentira».

Sin embargo –añadió–, el Salmo es ante todo un «mensaje de esperanza»: «Dios «borra», «lava», «limpia» la culpa confesada con corazón contrito».

De este modo, el Salmo se convierte en un canto de «esperanza» pues el creyente «es consciente de haber sido perdonado por Dios»; proclama «al mundo la alabanza del Señor, atestiguando la alegría que experimenta el alma purificada del mal y, por ello, liberada del remordimiento».

A la luz de este pasaje de intensa carga poética, que la tradición judía atribuía al rey David, se comprende que el sacrificio más grato para el Señor es un «corazón quebrantado y humillado».

Al mismo tiempo, concluyó el Papa, el Salmo ilustra con claridad que «los pecadores no son capaces de purificarse por sí mismos», pues «no son suficientes los buenos sentimientos».

«Se necesita una mediación exterior eficaz –aclaró–. El Nuevo Testamento revelará en sentido pleno esta intuición, mostrando que, con la entrega de su vida, Cristo ha realizado una mediación de sacrificio perfecto».

Al final de la audiencia, saludando en polaco a sus compatriotas, el Papa aseguró: «Pido que Dios nos dé a cada uno de nosotros el auténtico arrepentimiento y la sincera confesión de nuestros pecados cada vez que nos acercamos al sacramento de la penitencia».

Con la intervención de la audiencia general Juan Pablo II continuó la serie de meditaciones semanales que viene ofreciendo desde el 28 de marzo de 2001 sobre los salmos y cánticos del Antiguo Testamento. Pueden leerse en la sección de la página web de Zenit «Audiencia del miércoles».

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ZENIT Staff

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