GINEBRA, 10 diciembre 2003 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha alzado su voz para defender con contundencia el derecho humanitario internacional, particularmente en tiempos de guerra.
La posición de la Iglesia católica resonó en la XXVIII conferencia internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja celebrada en Ginebra del 2 al 6 de diciembre.
El arzobispo Silvano Tomasi, observador permanente de la Santa Sede ante la Oficina de Naciones Unidas y Otras Organizaciones Internacionales en Ginebra, comenzó recordando que el encuentro tuvo lugar «en un momento caracterizado
por ruidos de guerra y por una explosión de terrorismo de una magnitud desconocida hasta hoy».
«Las víctimas civiles y las repercusiones destructivas de las guerras conocidas u olvidadas se cifran en millones –denunció–. En nombre propio o de los Estados algunos quieren explotar la desesperación de la pobreza endémica y de la extrema desigualdad social promoviendo los objetivos que les interesan mediante acciones violentas».
En este contexto, «la Santa Sede considera que el derecho humanitario internacional es una herramienta importante, incalculable, no negociable y siempre relevante», afirmó el arzobispo.
Por ello, prometió, la Iglesia «seguirá fomentando iniciativas adecuadas de carácter interreligioso para defender la dignidad humana durante los conflictos armados y para promover el respeto del derecho humanitario internacional, especialmente mediante la amplia red de instituciones católicas de educación».
«Algunos gobiernos son reticentes a la hora de aceptar mecanismos efectivos de control –denunció al respecto– mientras la opinión pública parece haberse acostumbrado a las violaciones del derecho humanitario como si el doloroso espectáculo de una muchedumbre de víctimas llevase a la resignación en vez de a una resuelta reacción capaz de influir en las decisiones políticas y militares equivocadas».
En particular, el representante papal cito como ejemplo «tristemente elocuente del desprecio del derecho humanitario» «los ataques dirigidos a propósito contra el personal humanitario que trabaja generosamente en medio de los conflictos, en particular el de los últimos ataques mortales contra una delegación de la Cruz Roja».
«El movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna pueden contar con la compañía y la ayuda de la Iglesia Católica. La colaboración con las instituciones religiosas y las comunidades de fe, se traducirá en una actividad humanitaria aún más eficaz».