CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 24 marzo 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II recordó este miércoles a los misioneros que fueron asesinados en el año 2003 y les presentó como testigos de Cristo, único salvador.
El 24 de marzo se celebra la Jornada de los Misioneros Mártires, promovida por el Movimiento Juvenil Misionero de las Pontificias Obras Misioneras, en el día del asesinato e monseñor Oscar A. Romero, arzobispo de San Salvador (1980).
Que esta Jornada, afirmó el Santo Padre despidiéndose de los fieles al concluir la audiencia general en la plaza de San Pedro del Vaticano, «sea para cada uno una ocasión propicia para redescubrir la fe en Cristo, único salvador, y reforzar la esperanza en un mundo más justo y fraterno».
En la intervención pronunciada durante el encuentro con los peregrinos, dedicado a renovar el acto de entrega a la Virgen María del mundo, flagelado por la guerra y el terrorismo, el obispo de Roma había mencionado también a los «misioneros mártires», incluyéndoles entre las víctimas indefensas de la violencia.
En este día, aseguró, «no podemos dejar de recordar a los sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos fallecidos en tierra de misión en el transcurso del año 2003. Tanta sangre sigue siendo derramada en muchas regiones del planeta».
«Sigue siendo urgente la necesidad de hombres que abran los corazones a un esfuerzo valiente de recíproca comprensión –subrayó–. Cada vez se hace más intensa la sed de justicia y paz en todas las partes de la tierra».
«¿Cómo no responder a esta sed de esperanza y de amor recurriendo a Cristo, por medio de María?», se preguntó poco antes de concluir.
Con motivo de la Jornada de los Misioneros Mártires la agencia misionera de la Santa Sede, Fides, ha actualizado la lista de los misioneros fallecidos en 2003, añadiendo seis nombres más de evangelizadores asesinados de los que ha recibido noticias en los dos últimos meses.
Según esta lista, el año pasado murieron 35 misioneros, aunque las mismas fuentes de la agencia de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos reconocen que, en realidad, pueden ser más.
Entre las víctimas, destaca el arzobispo irlandés de 58 años, monseñor Michael Courtney, nuncio apostólico en Burundi, y gran promotor de la paz en medio de la guerra civil, asesinado el 29 de diciembre en Minago, a 50 kilómetros al sur de la capital, Bujumbura.
El continente en el que más misioneros fueron asesinados es África, donde murieron veintidós (ocho en la República Democrática del Congo, seis en Uganda, y uno en Camerún, Burundi, Sudáfrica, Guinea Ecuatorial, Somalia, Kenia, Nigeria, Sudán).
En América Latina murieron violentamente doce: seis en Colombia, dos en El Salvador, dos en Venezuela, y uno en Brasil y Guatemala.
En Asia murieron dos misioneros: uno en India y otro en Pakistán.
Entre los asesinados, se encuentra la joven española Ana Isabel Sánchez Torralba, de 22 años, voluntaria del Voluntariado Misionero Calasancio, quien formaba parte de una Comunidad Neocatecumenal. Fue asesinada en su primera misión en el extranjero, en Guinea Ecuatorial (localidad de Mongomo), el 1 de julio del 2003 durante un control de policía.