ROMA, martes, 1 junio 2004 (ZENIT.org).- El diálogo entre literatura y catolicismo en el siglo XX en los países de lengua castellana ha sido difícil y apasionado, marcado por la verdad sobre Dios y sobre el hombre, constata el presidente del Consejo Pontificio de la Cultura.
El cardenal Paul Poupard inauguró este viernes el congreso «Catolicismo y literatura en el siglo XX en los países de lengua española» constatando que la búsqueda de la verdad sobre Dios y el hombre constituye «el corazón de toda cultura y de toda expresión artística».
El congreso, que se celebra por quinta ocasión, en cada año sobre un área lingüística diferente, ha sido convocado por el Consejo Pontificio de la Cultura, con la colaboración de la Enciclopedia italiana Trecccani, y del Instituto Cervantes de Roma.
«Los países del continente americano ligados histórica y culturalmente a España vivieron en el siglo XX, al igual que otras muchas naciones, momentos de profunda crisis y cambio, a todos los niveles», comenzó explicando el purpurado francés.
«El tradicional origen católico tuvo que afrontar el desafío de las nuevas circunstancias y de cambios radicales en la política, en las costumbres, en la cultural, y en la ideología dominante», siguió diciendo.
«La adhesión a la fe cristiana implicó para muchos laicos o religiosos salir al paso de la persecución e incluso de la muerte», constató.
«En este contexto –subrayó–, los escritores y los poetas también tomaron posiciones y descendieron al terreno de la confrontación, expresando el sentir común de su propia gente, replanteando las opciones de fe y vida».
Entre los grandes autores de la literatura española del siglo XX, el cardenal Poupard citó a Miguel de Unamuno, pues representa la búsqueda humana y cristiana del así llamado «siglo de la muerte de Dios».
En el ensayo del 6 de noviembre de 1907, titulado «Mi religión», Unamuno escribía: «mi religión es buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad, aun a sabiendas de que no he de encontrarlas mientras viva; mi religión es luchar incesante e incansablemente con el misterio; mi religión es luchar con Dios desde el romper del alba hasta el caer de la noche».
«El misterio de Dios y el misterio del hombre, de la vida –afirmó el cardenal Popuard– se afrontan duramente en el corazón en el espíritu del poeta y del filósofo, que vive dramáticamente e intensamente la vocación y la misión que caracteriza al hombre de cualquier otra realidad: la búsqueda de la verdad».
El presidente del Consejo Pontificio de la Cultura concluyó citando las palabras de Juan Pablo II, quien en la encíclica «Fides et Ratio» escribe: el hombre «nunca podría fundar la propia vida sobre la duda, la incertidumbre o la mentira; tal existencia estaría continuamente amenazada por el miedo y la angustia. Se puede definir, pues, al hombre como aquél que busca la verdad».