Caen las restricciones a la píldora del día después

La Iglesia advierte de abortos encubiertos y de riesgos para la salud de las mujeres

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OTTAWA, sábado, 5 junio 2004 (ZENIT.org).- Muchos países han facilitado la distribución de las píldoras «del día después». Las iniciativas han recibido fuertes críticas de los obispos locales, que han señalado la naturaleza abortiva de las píldoras, lo que contradice los anuncios oficiales de que las píldoras son sólo anticonceptivas y no abortivas.

Hace dos semanas, el ministro de sanidad de Canadá, Pierre Pettigrew, anunciaba una propuesta de enmienda a las Regulaciones Alimentarias y de Medicamentos que permita que estén disponibles sin prescripción médica lo que él denominó «anticonceptivos de emergencia». La píldora estará disponible tras una consulta con el farmacéutico. Las provincias de la Columbia Británica, Québec y Saskatchewan ya permiten que se vendan las píldoras siguiendo este tipo de consultas, afirmaba el periódico Globe and Mail el 18 de mayo.

Los defensores de la medida defendían el cambio de las leyes federales afirmando que se necesita un rápido acceso puesto que se debe tomar la píldora dentro de las 72 horas posteriores al intercambio sexual para que sea efectiva.

La medida de Pettigrew atrajo una inmediata reacción de la Conferencia Episcopal Canadiense. En una declaración el 19 de mayo, la conferencia se refirió a una carta, de fecha 27 de noviembre, enviada al ministro de sanidad por monseñor Pierre Morrisette, obispo de Baie-Comeau, presidente de la Organización Católica para la Vida y la Familia.

La carta de noviembre apuntaba que el embarazo comienza con la concepción, no con la implantación. «Por lo que es inexacto referirse a esta píldora como anticoncepción de emergencia, dado su potencial de actuar como un abortivo», observaba la carta.

Monseñor Morrisette también defendía que las mujeres que piensan que tienen necesidad de una «anticoncepción de emergencia» también tienen necesidad de «consejo, apoyo, información sobre cómo actúa la píldora, sus efectos físicos y psicológicos, los peligros de un uso regular, el riesgo de enfermedades de transmisión sexual y guía para sus relaciones». Dudaba que tales necesidades pudieran «ser verdaderamente resueltas en un contexto de farmacología muy ocupado, muy público y quizás impersonal».

El Dr. Will Johnston, presidente de Canadian Physicians for Life, en una declaración el 20 de mayo, subrayaba los riesgos para la salud asociados a la píldora. Es básicamente una dosis múltiple de un anticonceptivo oral, levonorgestrel, que se encuentra en la píldora, explicaba. Debido a los graves efectos colaterales, los fabricantes han reducido el contenido de hormonas en los anticonceptivos orales.

«Se está ahora animando a las mujeres a que usen estas mismas píldoras, en dosis múltiples, como ‘anticoncepción’ post-coital», afirmaba Johnston. «El impacto potencial a largo plazo de estas altas dosis de hormonas, especialmente cuando se usan repetidamente, es preocupante y no se ha afrontado adecuadamente».

Vía libre en América latina
Este año algunos países latinoamericanos han introducido la píldora del día después. En enero, las autoridades sanitarias federales mexicanas permitieron la distribución de la píldora en clínicas públicas, provocando fuertes protestas de la Iglesia. El 23 de enero, una declaración de la comisión de la Iglesia sobre temas de pastoral familiar llamaba la atención sobre los efectos abortivos de la píldora. La declaración también expresaba preocupación por la salud de las mujeres, debido a la falta de información disponible sobre los efectos secundarios de la píldora. Además, la difusión de la píldora del día después muestra cómo se oculta la frontera entre aborto y anticoncepción, observaba la comisión, llevando a que se extienda la mentalidad contra la vida.

Al mes siguiente, la conferencia episcopal de Honduras denunciaba la distribución de la píldora del día después en el país. En una declaración el 6 de febrero, los obispos deploraban la campaña puesta en marcha por el gobierno pocos días después, observando que las autoridades estaban actuando en conjunción con una gran cadena de clínicas abortivas británicas, Marie Stopes.

La vida es el regalo más grande dado por Dios a los humanos, observaban los obispos, y sólo el Creador pueda darla o quitarla. Los hombres y mujeres participan con Dios en la transmisión de la vida humana, pero ésta es una tarea marcada por la responsabilidad y la dignidad, explicaban.

Los defensores de la planificación familiar defienden que el embarazo comienza sólo después de que el embrión se haya implantado en la matriz. Pero la declaración afirmaba que la genética muestra con claridad que una nueva vida comienza desde el momento de la fertilización. Hablar de un embrión humano recién concebido designándolo como «pre-embrión» es simplemente un sofisma. Y, advertían, quienes colaboran en promover métodos abortivos no pueden ser miembros vivos de la Iglesia.

Posteriormente, en abril, el gobierno colombiano autorizaba a las autoridades locales que distribuyeran, bajo prescripción médica, la píldora del día después. El gobierno defendía su actuación diciendo que era necesario reducir el número de embarazos entre adolescentes, informaba el periódico local El Tiempo el 13 de abril.

La conferencia episcopal colombiana contestó afirmando que, si bien los embarazos adolescentes son preocupantes, también es importante respetar la dignidad y el derecho a la vida.

En Chile también se ha encendido la polémica, como consecuencia de la decisión de gobierno de autorizar, desde el 15 de mayo, el suministro de píldoras, libre de costes, a las víctimas de violación. En el año 2001, el Tribunal Supremo de Chile rechazó los intentos de introducir una clase de píldoras, Postinal, por sus efectos abortivos.

Sin embargo, el gobierno eludió el dictamen del tribunal usando otro tipo de píldora, Postinor-2, explicaba el 12 de mayo el periódico El Mercurio. Ya han llegado las primeras 20.000 de estas píldoras.

La Comisión de Bioética del Episcopado chileno atacó la decisión en una declaración con fecha del 16 de abril. Hacía notar que se perderían vidas inocentes. Pero también observaba que no son necesarias evidencias médicas de violación para que las mujeres obtengan las píldoras. Ni tienen que hacer ninguna denuncia ante la policía.

El 1 de mayo, una carta pastoral del cardenal Francisco Javier Errázuriz, arzobispo de Santiago, observaba que se promueven las píldoras como un medio de aliviar el sufrimiento de las víctimas inocentes. Sin embargo lo que se pone en peligro es el más básico de los derechos humanos: que es la vida misma. El respeto por el valor de la vida humana no admite excepciones, defendía. Y el ejercicio de la libertad se limita por el derecho a la vida de los demás, añadía.

Acceso por libre prescripción

El mayor acceso a la píldora del día después no se limita a América Latina. La misma píldora introducida en Chile, Postinor-2, está disponible en los mostradores de las farmacias australianas desde el 1 de enero. Y hasta chicas de 13 años están comprando las píldoras, informaba el 28 de marzo el periódico de Melbourne Herald Sun.

Pero quienes se oponen a la píldora del día después lograron una victoria, al menos temporal, en Estados Unidos. La Administración federal para Alimentación y Medicamentos rechazó la petición de permitir que una clase de estas píldoras, Plan B, se vendiera sin prescripción. Los supervisores rechazaron el producto de Barr Pharmaceuticals debido a la preocupación de si las chicas jóvenes podrían utilizarlo con seguridad, informó el 7 de mayo el New York Times.

«Estamos contentos de que haya prevalecido la voz de la razón», afirmó Cathy Cleaver Ruse, portavoz del Secretariado para las Actividades Pro-Vida de los Obispos de Estados Unidos. «Un medicamento q
ue puede destruir embriones humanos y aumentar los riesgos de salud para mujeres y chicas no debería estar en los estantes de las tiendas».

Ruse señalaba que este tipo de píldora del día después se ha relacionado con un mayor riesgo de embarazo ectópico, una situación potencialmente fatal. Las autoridades médicas del Reino Unido y Nueva Zelanda han hecho públicas advertencias sobre los peligros del medicamento. La agencia de Estados Unidos, sin embargo, afirmó que reconsideraría su decisión sobre el Plan B si el productor presenta más información. Esto significa que podría volver el debate en Estados Unidos.

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ZENIT Staff

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