Dezcallar, que sustituye a Carlos Abella Ramallo, nació en Palma de Mallorca en 1945, es licenciado en Derecho, y en 1971 ingresó en la carrera diplomática.
En junio de 2001 fue nombrado para el puesto de director del Centro Superior de Información de la Defensa, antiguo CESID.
En declaraciones a la agencia Veritas, el nuevo representante español ante el Papa confiesa «para mí es un altísimo honor que el Gobierno me haya confiado una misión tan importante. En las representaciones exteriores es un destino que está en el escalón más alto».
«De alguna manera es la culminación de mi carrera profesional, y tengo que expresar mi agradecimiento al Gobierno, y también al Vaticano, que en un breve plazo de cuatro o cinco días ha aprobado mi nombramiento», sigue aclarando.
«El Vaticano es tremendamente activo en política exterior, sobre todo en lo que tiene que ver con la búsqueda de la paz –sigue diciendo–. Su proyección exterior no tiene proporción con su extensión pero sí con lo que representa por su defensa de la dignidad humana».
Las relaciones entre la Iglesia y el Estado español, considera, «están basadas en el respeto y la independencia mutuas, y el deseo de colaboración. Son relaciones intensas, porque no se trata del archipiélago de Kiribatí; son relaciones intensas en las que no siempre hay que estar de acuerdo en todo».
«La labor de la Embajada y de la Nunciatura es llegar siempre a un entendimiento en beneficio de todos», indica.
Al comentar la figura de Juan Pablo II destaca que «tiene una personalidad muy fuerte y carismática, con una gran proyección exterior sin parangón».
«Yo tuve oportunidad de conocerlo durante mi primer destino en Varsovia en 1972, entonces realicé una visita a Cracovia, donde él era obispo. No creo que se acuerde de mí, pero yo sí me acuerdo de él», evoca.
«Juan Pablo II ha tenido un papel histórico muy importante –sigue diciendo–. Estos días, debido a la muerte de Reagan, la prensa vuelve a hacer referencia a la importancia del Papa en el desmoronamiento del comunismo en la Europa del Este».
«Espero que mi misión tenga éxito y que contribuya a un progresivo reforzamiento y enriquecimiento de las relaciones entre España y el Vaticano. Espero que estas relaciones sean muy buenas», concluye.