Desde Gran Bretaña, un documento de vida o muerte

Un documento de los obispos sobre temas de bioética y familia

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LONDRES, sábado, 19 junio 2004 (ZENIT.org).- Los obispos católicos de Inglaterra y Gales acaban de publicar un largo documento sobre temas de bioética y familia, llamado «Cherishing Life» (Apreciar la Vida). En la conferencia de prensa del 26 de mayo para lanzar el documento, monseñor Christopher Budd, obispo de Plymouth, uno de los redactores del texto, afirmó: «La multiplicidad de temas subraya la complejidad de vivir en nuestro mundo actual».

Y observaba: «La clara articulación de principios y valores busca mostrar la importancia de un acercamiento fundamentado a las cuestiones morales».

En su prólogo, el documento habla de que vivir en una sociedad que nos permita prosperar «requiere la construcción de un ethos de vida que proteja a las personas, desde el vientre materno hasta la tumba, especialmente a las más vulnerables». Sin embargo, el documento percibe «signos de una cultura de la muerte», en factores tales como el aborto, la presión por la eutanasia, el menor respeto por los mayores y la falta de protección del matrimonio y la familia.

Aumento del relativismo

Tras una breve sección explicando el contexto de la sociedad moderna, el documento presenta los factores que deben guiar las decisiones morales. Los seres humanos, explica el documento, «tienen una clase de vida única con la posibilidad de entenderse a sí mismos y vivir responsablemente». Esta vida está dotada de «una dignidad inherente compartida por todos los seres humanos», que a su vez forma la base de un orden moral objetivo y de unos derechos humanos universales.

Los obispos observan que se han hecho algunos intentos de codificar los derechos humanos, entre otros los de las Naciones Unidas y la Unión Europea. Pero el concepto de derechos usado en estas declaraciones debería examinarse cuidadosamente, advierten los prelados: «La autonomía personal no es el único bien humano, y una teoría adecuada de los derechos colocará la necesidad de las libertades individuales en el contexto del bien común».

«Cherising Life» también advierte contra los falsos modos de razonar al determinar las decisiones morales. Basar las decisiones en un sustrato utilitarista de maximización de la felicidad del mayor número de personas no sólo ignora que hay algunos actos moralmente malos en sí mismos, sino que puede conducir fácilmente a la discriminación de las minorías.

Igualmente errónea es la tendencia a basar una decisión moral en sentimientos personales, o sostener que se trata de un tema puramente privado, como cuando se dice «creo que está mal, pero no puedo imponer mis puntos de vista morales a los demás». Tal razonamiento no sólo suele aplicarse de manera inconsistente, sino que «el relativismo moral es dañoso si lleva a las personas a permanecer en silencio frente a la injusticia», advierte el documento.

Por su parte, la Iglesia ofrece guía sobre temas morales no sólo sobre la base de un razonamiento moral, sino también basándose en la Escritura y en la tradición cristiana. Del misterio de la Trinidad, la Iglesia presenta su verdad de las relaciones personales: «Tratar a las personas moral y respetuosamente implica reconocerlas como personas». Y a la cuestión de quién debe ser reconocido como persona, los obispos ingleses y galeses toman como referencia la parábola del Buen Samaritano, defendiendo que el concepto de prójimo debería «usarse en un sentido amplio e inclusivo».

Tras explicar el papel que juega el carácter y conciencia de cada persona al tomar decisiones morales, el documento pasa a tratar el papel de la Iglesia al enseñar la moralidad. «Cherising Life» reconoce que algunos católicos tienen dificultades al aceptar ciertas enseñanzas. «Los católicos tienen el derecho de recibir la plenitud de la enseñanza de la Iglesia y tienen el deber en correspondencia de adherirse a dicha enseñanza», dice el documento. Al mismo tiempo, la Iglesia está llamada a ayudar a aquellos «que tienen dificultades en su vida moral, ofreciendo compasión y comprensión a quienes no puedan discernir y vivir la voluntad amorosa de Dios».

El documento se refiere aquí específicamente a los conflictos que pueden surgir sobre el tema del derecho a la vida del no nacido. La postura cristiana en esto puede incluso estar en desacuerdo con la ley, y los individuos pueden sufrir discriminación debido a su fidelidad a los principios morales: «En esto el cristiano da testimonio de la dignidad de la vida humana, de la inviolabilidad del orden moral, y de la santidad de la ley de Dios».

¿El fin?

«Cherising Life» trata después una serie de temas:

— ¿Cuándo comienza la vida? «Todo embrión es un ser vivo», y aunque las cualidades distintivas humanas no aparecerán hasta más adelante, «no debemos juzgar las cosas sólo por cómo aparecen en un momento determinado; debemos considerar también en lo que tienen que convertirse por sí mismas». Esta enseñanza tiene una larga historia, observa el documento. De hecho, desde el primer siglo, los cristianos sostuvieron que la vida en el vientre materno era sagrada e inviolable.

— ¿Cuándo termina la vida? Tradicionalmente, los cristianos han mantenido que la muerte tiene lugar cuando cuerpo y alma se separan. La medicina moderna ha hecho que el diagnóstico de la muerte sea más difícil, pero el documento menciona lo que Juan Pablo II afirmó en agosto del 2000, cuando se refería al «completo e irreversible cese de toda actividad cerebral». Se necesita considerar más este tema, y los obispos advierten contra una definición ofrecida por el gobierno británico: «La muerte no se debe redefinir de forma que incluya a pacientes que están vivos como si estuvieran muertos».

— Sexualidad. Los obispos explican que el cuerpo humano es visto como parte de la bondad de la creación. Por lo que el cuerpo tiene valor y significado y la actividad sexual «necesita expresarse e integrarse de una forma plenamente humana». Esto se hace cuando el intercambio sexual tiene lugar dentro del contexto de un «amor genuino, exclusivo y comprometido». Para ayudar a guiar sus deseos sexuales, los cristianos, tanto solteros como casados, están llamados a desarrollar la virtud de la castidad.

— Homosexualidad. La Iglesia rechaza la discriminación, la violencia y el abuso injusto contra los homosexuales. Sin embargo, el documento también distingue claramente entre una orientación homosexual y la expresión sexual de dicha orientación. La actividad sexual es lícita sólo en el contexto de una relación marital entre un hombre y una mujer. Los obispos también rechazan el intento de extender el concepto de matrimonio para incluir las uniones homosexuales.

— Vida matrimonial. «La vida matrimonial tiene un gran valor e importancia como una forma especial de relación personal». La Iglesia también enseña que el matrimonio es un don de Dios y una vocación en la que la pareja se une en Dios. La Iglesia sostiene, siguiendo a Jesús, que el matrimonio es indisoluble. El documento pide un mayor apoyo al matrimonio y a la vida familiar, y una mejor preparación de las parejas antes del matrimonio.

— Infertilidad. Los obispos observan que muchas parejas han sido capaces de tener hijos a través de técnicas como la fertilización in vitro. Sin embargo, estos métodos tienen un «lado más oscuro». Las desventajas incluyen el descartar embriones humanos considerados como inapropiados, tratando a los niños como una mercancía, y el minar el sentido de la paternidad biológica a través de la donación de esperma o las madres de alquiler.

— Actuar justamente. «Cherishing Life» también tiene una sección sobre temas relacionados con la justicia. Ésta no es sólo una cuestión de reconocer igual dignidad a todos los seres humanos, explica el documento, «sino también de ver en ellos lo que Dios les pide que sean, como coherederos del reino de los cielos». Esta
sección toca temas tales como la asignación de los recursos sanitarios, la investigación científica, el aborto, la investigación genética y cuestiones relacionadas con la guerra y la paz.

Cada uno de nosotros, observa el documento hacia el final, «tiene la responsabilidad común de ayudar a construir una cultura que mantenga el valor de toda vida humana, especialmente la de los más vulnerables».

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ZENIT Staff

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