CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 27 junio 2004 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención de Juan Pablo II pronunciada este domingo a mediodía antes de rezar la oración mariana del Ángelus junto a miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.

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1. Pasado mañana, 29 de junio, celebraremos la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo y, en esa feliz fiesta tendré la alegría de acoger de nuevo en el Vaticano a Su Santidad Bartolomé I, patriarca ecuménico de Constantinopla. Queremos conmemorar juntos el histórico encuentro entre nuestros venerados predecesores, el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I, quienes hace cuarenta años se intercambiaron un inolvidable abrazo de fraternidad y de paz en Jerusalén. Esto sucedió durante la peregrinación que realizó el siervo de Dios Pablo VI en 1964, mientras tenía lugar el Concilio Ecuménico Vaticano II.

2. Precisamente en noviembre del mismo año, los padres conciliares aprobaron el decreto «Unitatis redintegratio». En él, se afirma solemnemente que la promoción de la unidad entre todos los cristianos es uno de los principales objetivos del Concilio, y que a favor de ella deben orientarse los esfuerzos de las instituciones y de las comunidades eclesiales (Cf. n. 1 y n. 18).

En este período, a pesar de las dificultades que todavía permanecen, el ecumenismo ha dado notables pasos y se ha desarrollado en el Pueblo de Dios la sensibilidad ecuménica. La semana de oración por la unidad de los cristianos ha pasado a formar parte del camino litúrgico-pastoral normal de las diócesis y parroquias. Son numerosas las asociaciones y comunidades eclesiales que dedican una atención constante al conocimiento recíproco y a la amistad entre cristianos de diferentes confesiones, de manera que cada vez se encuentran más unidos en obras de solidaridad, justicia y paz.

3. Mientras nos preparamos para acoger al Patriarca ecuménico, invito a todos a rezar por la plena unidad de los cristianos, invocando la intercesión de la Virgen María. Que la santa Madre de Dios, de la que son tan devotos los cristianos de Oriente, logre que el recuerdo del abrazo entre Pablo VI y Atenágoras I renueve el compromiso de comunión entre católicos y ortodoxos.

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]