MÉXICO, miércoles, 29 septiembre 2004 (ZENIT.org-El Observador).- Lucía Herrerías Guerra (Ciudad de México, 1955) pertenece a la Fraternidad Verbum Dei. Ha desempeñado su labor misionera en Australia, Filipinas y España. Obtuvo el Bachillerato en Teología en la Universidad de Santo Tomás (Manila) y el Doctorado en Filosofía en la Pontificia Universidad Gregoriana (Roma). Actualmente se dedica a la evangelización y a la enseñanza en el Instituto Teológico Verbum Dei en Loeches (Madrid) y Guadalajara (México). Fue ponente en el recientemente celebrado Segundo Congreso Nacional de Jóvenes Universitarios. Ahí la entrevistó Zenit-El Observador.

--¿Cuales serían los retos y la crisis de la universidad del siglo XXI?

--Lucía Herrerías: La crisis principal es la fragmentación del saber. Al fragmentarse el saber da como resultado un visión fragmentaria del mundo y, como consecuencia, una visión fragmentaria del hombre en la que éste no se ve como una unidad. Se fragmenta. Por un lado, el aspecto biológico, el aspecto físico, el aspecto químico, el aspecto psicológico y generalmente, por el otro, el aspecto espiritual. Lo espiritual queda marginado y el resultado es un hombre roto.

--¿Cómo se nota esa ruptura de la unidad del saber?

--Lucía Herrerías: Se plasma en lo que estamos viviendo actualmente; en una sociedad que se va desintegrando. Frente a esto, yo creo que el reto más grande de la universidad sería recuperar sus orígenes como la ambición de una visión integradora del universo; una visión en el cual el hombre tiene un lugar privilegiado. Sólo desde ahí se podrá ir reconstruyendo la visión del ser humano, comprensiva, que le devuelva al hombre el lugar que le corresponde.

--¿Cómo compaginar «la búsqueda de la verdad» con «el espíritu de tolerancia»?

--Lucía Herrerías: La verdad siempre es más grande que nosotros mismos y es más grande que cualquier individuo; la intolerancia viene cuando alguien piensa que tiene la verdad absoluta, que la tiene dominada y bajo su control. Ahí es «mi verdad» frente a «tú verdad», y no hay posibilidad de diálogo. Pero cuando somos conscientes de que la verdad es muchísimo más grande y nos desborda, y que cada uno captamos un aspecto de ella, entonces es posible el diálogo.

Sin embargo, el diálogo no es una de las particularidades de nuestra cultura política, ¿no es así?
Es que yo puedo no estar de acuerdo contigo en algunas cosas pero eso no significa que yo, como persona, no te respete y no intente dialogar y compartir nuestros puntos de vista. Ojalá pudiéramos llegar a una visión común; mientras tanto, vamos caminado y nos enriquecemos mutuamente en nuestras diferencias.

--Se dice que el movimiento estudiantil del 68 elevó a los jóvenes a la categoría de actores sociales. ¿Cree que eso se está perdiendo?

--Lucía Herrerías: Yo creo que sigue vigente, lo que pasa es que quizás hay ambientes en los que los mismo jóvenes no creen en ellos mismos, quizás por esa falta de fe en que la verdad se puede alcanzar; ese «espíritu de tolerancia». Pero tolerancia que es una paz falsa, en donde cada quien hace lo que quiere y yo no me meto. Quizá la decepción ante los ideales. Yo creo que el 68 fue una época de ideales en que los jóvenes estaban convencidos de que podían alcanzarlos. Estamos en una época de decepción, de pensar que los ideales no se pueden alcanzar, que no vale la pena luchar. Pero existen ejemplos de que cuando hay algo por qué luchar, los jóvenes se reúnen y son capaces de comprometerse y de entregar la vida.

--Pero no es difícil que se desvíen las buenas intenciones...

--Lucía Herrerías: Ahí lo importante es ver quién toma esas inquietudes y las canaliza; porque es en ese instante cuando los jóvenes de hoy como los de siempre, pueden ser y han sido manipulados por otros intereses que tampoco tienen mucho que ver con los valores auténticos de la persona.

--¿Cómo ve actualmente el espíritu de crítica de los jóvenes?

--Lucía Herrerías: Creo que, en general, el ambiente de la cultura actual es poco crítico, quizás por que hay mucha manipulación por parte de los medios de comunicación, a través de las películas, a través de la literatura que se divulga, a través de la música y muy sutilmente se van inculcando valores, por ejemplo una idea distinta de la familia, que lógicamente no es familia; una idea de la libertad que más que libertad es seguir «lo que me nace», pero sin tener una responsabilidad.

--¿Es el problema de la falsa libertad del liberalismo?

--Lucía Herrerías: Yo pienso que la sociedad capitalista-liberal tiene, justamente, ese arte: hacernos creer que somos libres cuando, en realidad, nos está diciendo cómo nos tenemos que vestir, dónde tenemos que comprar, qué tenemos que comer, a dónde tenemos que ir...

--¿La universidad debe ser profeta?

--Lucía Herrerías: Desde luego que sí, profeta desde ese espíritu de visión universal que incluya la visión teologal del hombre. Porque, justamente, quien tiene la vida afianzada en la dimensión teologal, en Dios, es libre de todos los condicionamientos. Por eso que los profetas tienen tanta fuerza: están apoyados en Dios como absoluto, los otros condicionamientos aunque los influyan no los determinan totalmente.

--¿Qué deben recuperar los jóvenes de hoy?

--Lucía Herrerías: Su juventud. Que descubran que son protagonistas de su historia. Hay que recuperar los ideales. Un ser humano que pierde los ideales ya lo perdió todo. Es posible poco a poco, paso a paso, ir haciendo un mundo distinto. Cuando una persona cambia, el mundo ya es distinto.