La humanidad no puede quedarse impertérrita ante lo que sucede en Darfur, advierte el Vaticano

«¿Qué institución será estructuralmente responsable de la protección de los desplazados internos?», pregunta

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GINEBRA, lunes, 14 marzo 2005 (ZENIT.org).- La Santa Sede considera que la comunidad internacional no puede quedarse mirando con los brazos cruzados ante lo que está pasando en Darfur (Sudán) y en otros países de África donde la situación de refugiados o desplazados internos es dramática.

Monseñor Fortunatus Nwachukwu, consejero de la Misión Permanente de la Santa Sede ante la Oficina de las Naciones Unidas de Ginebra, alzó la voz en la reunión del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), celebrada del 8 al 11 de marzo, para exigir una reacción.

«La situación de los refugiados en África sigue siendo una profunda herida para toda la familia humana», comenzó constatando el representante de la Santa Sede. Si la comunidad internacional sigue retrasando su reacción, constató, aceptaría «un doble parámetro de solidaridad a expensas de las personas más marginadas y sin voz».

En particular, denunció, la situación es grave en Darfur, donde «los ataques sistemáticos a las poblaciones civiles, la destrucción de infraestructuras y de aldeas enteras y la eliminación del ganado y de los cultivos han llevado a un vasto desplazamiento de la población».

«Los ataques son brutales y violentos y la violación de los derechos humanos es algo diario. Son particularmente vulnerables las mujeres, víctimas de violaciones y de otras formas de degradación. Se está creando un desastre ambiental y se requerirán años para poner remedio», constató, calificando lo sucedido como «crímenes contra la humanidad o/y como crímenes que no son menos serios y atroces que el genocidio».

«Si una persona tiene suerte, se convierte en refugiado al atravesar la frontera y acaba en un campo de refugiados en Chad, donde puede contar con una cierta protección y una seguridad relativa. Si los individuos y las familias se quedan atrás, terminan uniéndose a una de las poblaciones desplazadas internas más grandes del mundo, con frecuencia en situaciones de riesgo, pues no se puede garantizar la seguridad», denunció.

«¿Qué institución será estructuralmente responsable de la protección de los desplazados internos?», preguntó monseñor Nwachukwu. «Como comunidad internacional, deberíamos elaborar un sistema fiable que proteja efectivamente a los que están en su propia nación, pero alejados de sus hogares».

La Santa Sede pidió «un sistema más claro de responsabilidad sobre los desplazados internos», lo que exige ante todo «la voluntad política para actuar, para intervenir, y para arrebatar las armas de las manos de los agresores», lo que se llama intervención o injerencia humanitaria.

«Cuanto más se tarde en reaccionar, más grande será el riesgo de que haya personas que se queden sin raíces, de que sufran abusos, y de que se minen los acuerdos de paz alcanzados con tantas dificultades».

«El camino pasa por paralizar el flujo de armas al conflicto, detener a los individuos culpables de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad, actuar ahora y dar una nueva esperanza a África y a todos los refugiados», concluyó.

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ZENIT Staff

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