Los obispos de Uruguay presentan la Eucaristía como «camino de solidaridad»

Entrevista con el padre Daniel Bazzano Yannicelli, secretario del Departamento de Pastoral Social

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MONTEVIDEO, lunes, 25 julio 2005 (ZENIT.org).- La solidaridad que surge de la Eucaristía es la respuesta que los obispos de Uruguay proponen a los católicos del país para afrontar la actual emergencia social.

Es la propuesta central del documento «Eucaristía, camino de solidaridad. Participar, en comunión, desde nuestra identidad eclesial. Criterios de discernimiento y líneas de acción», recién publicado por la Conferencia Episcopal del país.

En esta entrevista, el padre Daniel Bazzano Yannicelli, profesor de Historia de la Iglesia en la Facultad Teológica Uruguaya «Monseñor Mariano Soler» de Montevideo y secretario ejecutivo del Departamento de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Uruguaya explica las motivaciones y contenidos del texto episcopal.

–El documento es muy claro y explícito al hablar de la participación e identidad de los cristianos en la realidad social. ¿Cual sería la razón pastoral que motivó a los obispos a proponer este texto?

–Daniel Bazzano Yannicelli: Dentro del contexto del año de la Eucaristía, desde las comunidades surgía el deseo de que los obispos ofrecieran orientaciones a los cristianos para participar activamente en las tareas sociales que el plan de emergencia está proponiendo. Y el Consejo permanente de la Conferencia Episcopal responde con este documento que afronta el tema, subrayando sobre todo aquellos elementos que afectan a la identidad de la pastoral social católica. Y el elemento que constituye la fuente de esta identidad es sin duda la Eucaristía.

–La parte central del documento habla de la solidaridad cristiana a partir de la Eucaristía. ¿Cómo se presenta esta solidaridad?

–Daniel Bazzano Yannicelli: La parte central de la reflexión en sus líneas generales pone énfasis en que el compromiso social forma parte de la identidad de los cristianos, y que tiene su fuente en la Eucaristía. Lo hace con una cita de Juan Pablo II, tomada de su exhortación «Mane nobiscum Domine», que aparece en los números 27 y 28: «El cristiano que participa del Eucaristía aprende de ella a ser promotor de comunión, de paz y de solidaridad en todas las circunstancias de su vida».

Recuerda «el impulso de la Eucaristía para un compromiso activo en la edificación de una sociedad más equitativa y fraterna» y exhorta vivamente a «hacer de este Año de la Eucaristía un tiempo en el que las comunidades cristianas y parroquiales se comprometan especialmente a afrontar con generosidad fraterna algunas de las múltiples pobrezas de nuestro mundo».

De aquí el testimonio de la Eucaristía se traduce en una opción por la persona humana, por la dignidad de su vida, por la promoción de los marginados, entendida como generación de procesos de inclusión social de los que están excluidos.

Me da la impresión de que no se trata sólo de pasar de condiciones de vida menos humanas a más humanas, como decía Pablo VI en la encíclica «Populorum progressio», sino que la promoción humana, además, es generar procesos de inclusión social. La idea de Pablo VI sigue vigente, pero ahora se da más énfasis a que aquellos que fueron excluidos y marginados sean reintegrados en una vida social digna. El énfasis en la persona humana y en la promoción humana consiste en su integración en la vida social, plenamente, con derechos y responsabilidades.

–Y, ¿cómo aplica todo esto el documento a la situación de Uruguay –vida, salud, política familia, educación, trabajo, vivienda, emigración, ciudadanía…–?

–Daniel Bazzano Yannicelli: Éstas son como las grandes áreas. Se retoman temas, énfasis, puntos de vista que están presentes en los documentos del episcopado y del magisterio ordinario de los obispos, y se vuelven a proponer en este «kairós», en el momento oportuno, en este documento. Los planteamientos en sí mismos no son nuevos, porque hace tiempo que el magisterio episcopal uruguayo al igual que las comunidades cristianas les están prestando atención. En este momento la Iglesia en Uruguay vuelve a confirmar una línea de compromiso para profundizarla. El mensaje es que nosotros cristianos, católicos en el Uruguay, tenemos que aportar de lo nuestro, para la construcción de una sociedad más justa y solidaria. Y en este momento histórico del país estamos presentes con esta aportación.

–En 2004, los obispos de Uruguay publicaron el documento «Católicos, sociedad, política» para acompañar el discernimiento cristiano en el año electoral. ¿Cual sería el enlace entre aquel documento y el recién publicado sobre «Eucaristía, camino de solidaridad»?

–Daniel Bazzano Yannicelli: Hay una continuidad en los contenidos, pues en los dos documentos se plantea la defensa de los mismos valores, la búsqueda de la construcción de la sociedad uruguaya. La diferencia es que el documento del año pasado era precisamente para ayudar al discernimiento de propuestas, de partidos y candidatos en el año electoral, y para animar a la participación política: no solo discernir, sino también participar. En cambio, el documento «Eucaristía, camino de solidaridad» está elaborado en el contexto del cambio de gobierno. Ya no se trata de discernir propuestas sino de participar en una etapa histórica nueva “desde nuestra identidad», como dice el lema, una frase muchas veces repetida en el último documento.

–De hecho, la identidad cristiana es el primer punto del documento, pues asegura que la Eucaristía es la identidad de los cristianos y de una Iglesia solidaria. ¿Cómo tiene lugar, desde su punto de vista, la proyección de este elemento trascendente en lo social, a través de la pastoral social, en cuanto presencia de los católicos en cada ámbito de la sociedad?

–Daniel Bazzano Yannicelli: La Eucaristía es la cumbre y la fuente de la vida de la Iglesia, como dice la constitución del Vaticano II «Sacrosantum Concilium» (n. 1), y fuente y cumbre de la identidad de la vida cristiana: ésta es la idea central. Cada vez que la comunidad cristiana celebra la Eucaristía, reúne en la celebración toda la vida de las personas, de la comunidad y del mundo en el cual esta comunidad vive. Y esta ofrenda del pan y del vino, transformada en presencia real cuerpo y sangre de Cristo, transforma a la comunidad en signo del Reino de Dios. Y de la Eucaristía, con esta comunidad transformada, los cristianos salimos a hacer que esta transformación se realice históricamente como signo del Reino, en espacios concretos de mayor justicia, mayor libertad y mayor fraternidad. Esta es la dinámica de la celebración eucarística. Desde la Eucaristía, Jesucristo asume la realidad humana actual, por eso la celebramos hoy, y la trasforma en su Pascua del único sacrificio de la cruz, de su muerte y resurrección.

Puede leerse el texto episcopal en la sección de Documentos de la página web de Zenit (www.zenit.org).

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ZENIT Staff

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