ROMA, miércoles, 27 julio 2005 (ZENIT.org).- El rector de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, don Mariano Fazio, considera que el proceso de evangelización en América Latina fue uno de los más exitosos y rápidos de la historia del cristianismo.
Don Fazio, argentino y especialista en inculturación y en postmodernidad lo cuenta en su libro «Evangelio y culturas en América Latina» (Editorial «Promesa, San José de Costa Rica, 2004, 97 pp) y lo comenta en esta entrevista concedida a Zenit.
–El Evangelio, ¿penetró fácilmente, en América Latina?
–Fazio: Pienso que el proceso de evangelización de América Latina ha sido uno de los mas exitosos y rápidos. A finales del siglo XVI se puede decir que América ya es cristiana. Además de los designios de la Providencia, el Evangelio pudo penetrar con mucha eficacia por la labor abnegada de miles de misioneros, que no solo predicaron la Palabra de Dios, sino que la vivieron, muchas veces hasta el heroísmo.
Es evidente que hubo anti-testimonios, pero si se juzgan los hechos con objetividad, podemos afirmar con Juan Pablo II que fue un proceso con luces y sombras, «más luces que sombras», si contemplamos los frutos que dejó la implantación del Evangelio.
Además, hay que señalar que a lo largo del primer siglo de evangelización, se desarrollaron nuevos métodos de transmisión del mensaje, se procuró inculturar la Buena Nueva, y se benefició a las lenguas indígenas –lenguas en las que prevalentemente se evangelizó– dotándolas de la escritura alfabética.
–Usted distingue el primer momento de la evangelización fundante, en el siglo XVI, un segundo de la cosmovisión liberal del siglo XIX. y el momento actual. El Evangelio, ¿va tomando más fuerza, o se debilita, al pasar los siglos?
–Fazio: Creo que el momento actual es ambiguo. Por un lado, la Iglesia se encuentra libre de toda dominación política, y puede desarrollar su misión sin obstáculos. Los viajes de Juan Pablo II han fortificado la identidad católica de América latina, y existe una presencia capilar de la Iglesia en todo el subcontinente.
Hay iniciativas de todo tipo para continuar con la evangelización, a través de los medios de comunicación, de las instituciones académicas, de los planes pastorales, etc. Por otro lado, la secularización entendida como la autonomía absoluta del hombre está también muy presente en el continente latinoamericano, lo que implica un desafío para la nueva evangelización.
Por eso me parece que es fundamental que los cristianos estén presentes en los lugares estratégicos de la sociedad, para dar el tono cristiano a la cultura. Me refiero a las instancias políticas, económicas, culturales, comunicativas. Si queremos vivir radicalmente la opción preferencial por los pobres, hay que evangelizar a las clases dirigentes y al mundo de la cultura, que es la principal causante de la pobreza tremenda que hay en todos nuestros países.
Volviendo a su pregunta: la fuerza del Evangelio es la fuerza de la Palabra de Dios. A lo largo de cinco siglos, la Iglesia católica se enfrentó con muchos desafíos. Ha logrado enfrentarlos con éxito, y por eso la Iglesia en Latinoamérica es una Iglesia viva y presente. Ahora se presentan nuevos desafíos, que hay que enfrentar con la ayuda de Dios y con la coherencia entre fe y vida en todos los niveles de nuestras sociedades.
–Cristo es la medida de toda cultura, y evangelizar implica llevar a plenitud elementos válidos de distintas culturas y purificar los contrarios a la dignidad de la persona, afirma usted. ¿Podría dar ejemplos, en el contexto de América Latina?
–Fazio: A lo largo de la historia, le evangelización ha aprovechado todo lo bueno que hay en las culturas humanas. En el caso de las culturas indígenas, la apertura a la religiosidad, la creencia en la vida después de la muerte, el sentido del trabajo en común, etc., fueron potenciados por el anuncio del Evangelio.
Por otro lado, la evangelización purificó muchos elementos contrarios a la dignidad humana: se procuro estabilizar el núcleo familiar, combatiendo la poligamia, erradicar costumbres antihigiénicas y peligrosas, como las mutilaciones, se extirpo del alma de los indígenas el terror ante una naturaleza que se consideraba arbitraria y todopoderosa, etc.
En la situación actual, la penetración del Evangelio en las sociedades debería erradicar tantas manifestaciones de la cultura de la muerte, del hedonismo, etc. Pienso que una buena inculturación del Evangelio en el ámbito latinoamericano purificaría a nuestras sociedades de la corrupción que lamentablemente esta muy presente en casi todos los países del área.
También se observa en Latinoamérica muchos deseos de solidaridad, de ayuda a los más necesitados, de superación profesional. Todas estas cosas son potenciadas si se realizan con espíritu cristiano, por amor a Dios, y, como consecuencia, por amor a los hombres.
–América Latina, ¿sigue siendo el continente de la esperanza?
–Fazio: América Latina cuenta hoy con casi la mitad de los católicos del mundo. Haciendo un análisis meramente estadístico, este porcentaje crecerá, teniendo en cuenta el envejecimiento de las sociedades europeas. En este sentido, sigue siendo el continente de la esperanza.
Pero me gustaría que también lo fuera en otro sentido. En la exhortación apostólica «Ecclesia in América», Juan Pablo II espera que el subcontinente se transforme en una región evangelizadora, que pueda enviar a otros continentes personas que sepan transmitir el Evangelio.
Gracias a Dios hay muchas regiones americanas donde las vocaciones abundan, pero hay otras en donde la realidad no es tan positiva. Creo que una de las prioridades de nuestras iglesias es la de promover vocaciones sacerdotales, religiosas, laicas. Y eso se logra con mucha oración al Dueño de la mies, y con muchas vidas cristianas vividas coherentemente, que sepan arrastrar con el ejemplo de una vida limpia y alegre, a muchas otras almas.