Personas de Iglesia al inicio no creían en las Jornadas Mundiales de la Juventud

Habla el autor del libro «Generación Juan Pablo II»

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 29 julio 2005 (ZENIT.org).- Que Juan Pablo II influyó positivamente en millones de jóvenes no es ningún secreto. Conforman lo que el corresponsal desde el Vaticano, Mimmo Muolo, llama «Generación Juan Pablo II»

«Vaticanista» del periódico Avvenire, el diario de los obispos italianos, Muolo, de 41 años, está casado y es padre de dos hijos.

Ha seguido con interés el nacimiento y la historia de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) y les ha dedicado un libro que lleva por título precisamente «Generación Juan Pablo II» (publicado en italiano –«Generazione Giovanni Paolo II»– por Ancora).

En esta entrevista concedida a Zenit confiesa que no le ha sorprendido para nada la buena sintonía del nuevo Papa, Benedicto XVI, con los jóvenes, con quienes se encontrará en las Jornadas Mundiales de la Juventud de Colonia, entre el 18 y el 21 de agosto.

–¿Qué es la «Generación Juan Pablo II» y cuáles son los rasgos que la caracterizan?

–Muolo: En el libro intento analizar con detalle el título del volumen. Juan Pablo II ha sido Papa durante más de 26 años, el tiempo de una generación. Pues bien, todos los jóvenes nacidos desde 1978 se han formado con sus enseñanzas. Ésta es la «Generación» Juan Pablo II. Éstos son los jóvenes del Papa Karol Wojtyla, que lo han seguido hasta el final y a los que él mismo ha dedicado su frase de despedida: « Os he buscado. Ahora vosotros habéis venido a verme. Y os doy las gracias».

Esta «Generación Juan Pablo II» tiene una característica fundamental: es la generación de los jóvenes que piensan de manera afirmativa. Es la generación del «sí». «Sí» a la vida, entendida como vocación y por lo tanto como regalo de Dios.

«Sí» al empeño, consiguiente a esta vocación. Sí a Jesucristo, es decir al que llama. «Sí» también a la Iglesia, a través de la llamada. En síntesis son justamente esos «síes» que Juan Pablo II ha predicado en el curso de su pontificado. Viviéndolos y testimoniándolos en primera persona, hasta el final.

–Juan Pablo II y los jóvenes tuvieron un «feeling» recíproco. ¿Parece que también con el papa Benedicto XVI se da esta buena sintonía. ¿Le sorprende, o se lo esperaba?

–Muolo: No me sorprende. En todo su pontificado Juan Pablo II, incluso ejerciendo un extraordinario ascendiente sobre los jóvenes, no llamó nunca su atención sobre su persona. Más bien, siempre ejerció, en cierto sentido, de «guardia municipal», indicando la dirección que hay que seguir a quién se la preguntaba.

El Papa Karol Wojtyla siempre les dijo a los jóvenes que el auténtico encuentro no era con él, sino con Cristo. Por este motivo estoy convencido de que también con Benedicto XVI, como se ha visto en estos primeros meses del nuevo pontificado, se dará el mismo «feeling». La «Generación Juan Pablo II» está acostumbrada a ver en el Papa al representante de Cristo sobre la tierra. Y hoy este representante se llama Benedicto XVI.

–Los Jornadas Mundiales de la Juventud confirman la fe de los jóvenes. ¿Por qué hasta Juan Pablo II no existieron?

–Muolo: Quizás porque hasta ese momento la Iglesia en su relación con los jóvenes jugó a la defensiva. De hecho, la pastoral juvenil, al menos aquí en Italia, no faltó nunca, pero se creyó que era una actividad de más, para administrar los grupos parroquiales.

Juan Pablo II decidió jugar al ataque, intuyendo ante todo la necesidad de los jóvenes de escuchar palabras de vida eterna. Las Jornadas Mundiales de la Juventud nacen justamente así, como una especie de apuesta del Papa Karol Wojtyla contra todos y contra todo. Incluso personas de dentro de la Iglesia, al principio, no creyeron en el éxito de la iniciativa.

–Uno de los hechos sorprendentes de las JMJ es el acercamiento de los jóvenes a la confesión. ¿Piensa que es algo circunscrito a un momento determinado o que después de las JMJ continúan acercándose al sacramento de la reconciliación?

–Muolo: Como siempre, el Papa señala una dirección y demuestra que es posible recorrer por ese camino. Ahora les toca a los sacerdotes que se ocupan de la pastoral juvenil –sólo en Italia se calcula que son más de diez mil– hacer que el acceso al sacramento de la reconciliación no quede un hecho emotivo y ocasional, ligado a la particular atmósfera de las JMJ, sino que se convierta en una costumbre sacramental, para hacer que también a través de la confesión crezca la vida de fe de los jóvenes.

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ZENIT Staff

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