Terremoto en Pakistán: «Caritas» se apresura en su ayuda antes de que llegue el invierno

ISLAMABAD/CIUDAD DEL VATICANO, martes, 18 octubre 2005 (ZENIT.org).- A pesar del precario estado de las carreteras, «Caritas Pakistán» trabaja a contrarreloj para asegurar que artículos vitales como tiendas y mantas lleguen antes que el invierno a los damnificados por el terremoto que el pasado 8 de octubre asoló la región pakistaní de Cachemira dejando a 40 mil personas sin vida, 57 mil heridas y millones sin hogar.

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La confederación internacional de «Cáritas» confirmó el sábado en un comunicado que, en su respuesta a la emergencia, «Cáritas Pakistán» está reforzando su coordinación de esfuerzos para llegar a cuantas comunidades necesitadas sea posible.

El propio director de «Caritas Pakistán», el obispo Joseph Coutt –de Faisalabad— ha confirmado que se está progresando en el acceso a la región y que el organismo católico ha decidido establecer una oficina de operaciones en Mansehra –en el norte del país— para estar más cerca de las comunidades en gran necesidad y utilizar la base como punto de distribución de ayuda.

Dada la «generosa respuesta de la gente» y las estimaciones que el organismo puede hacer en el terreno, el prelado sugiere que la ayuda que se envíe no incluya «alimentos perecederos».

«Caritas Pakistán» ha recibido muchas ofertas de apoyo de la red global de «Caritas». La confederación confirma además la «abrumadora respuesta de la gente pakistaní», entre la cual muchos son pobres y cuentan con muy poco para sí mismos.

En un relato de primera mano enviado al episcopado indio, el presidente de la Conferencia Episcopal de Pakistán, el arzobispo Lawrence Saldanha, recordaba el fuerte temblor que aquel sábado por la mañana durante «minutos terroríficos» sacudió su despacho en Lahore, «una experiencia muy distinta respecto a terremotos previos».

«Enseguida la televisión empezó a dar noticias de un masivo terremoto, 7,8 en la escala de Richter, con epicentro en Azad Cachemira, a 80 kilómetros al norte de Islamabad y 500 kilómetros al norte de Lahore. Los cuatro puntos más golpeados fueron Muzaffarabad (75% destruido)» –capital de la zona paquistaní de Cachemira–, «Abbotabad (40%), Mansehra (50%) y Balakot (90%)», describió el prelado.

Monseñor Saldanha reveló seguida a través de la agencia «Fdies» del dicasterio vaticano que «como Conferencia Episcopal hemos pedido la plena solidaridad y movilización de los fieles, tanto a nivel material como espiritual» y que había propuesto a los católicos y a todos los ciudadanos del país (155 millones de habitantes con un 97% de musulmanes) que ofrecieran el sueldo de un día por las víctimas del terremoto.

La Confederación de «Caritas» ha confirmado que Balakot y Bagh están arrasadas. El fortísimo terremoto ha destruido infraestructuras esenciales, como carreteras, y el abastecimiento de agua y electricidad.

«Un factor que complica el esfuerzo de ayuda es el tiempo, que ha empeorado con tormentas torrenciales que ocasionan nuevos deslizamientos», lamenta el comunicado del organismo. Apunta además que las 4 ó 5 horas que habitualmente llevaba el camino de Islamabad a Manshera han pasado a ser 12 ó 15.

«A pesar de los desafíos de las condiciones de las carreteras, “Caritas Pakistán” está trabajando para asegurara que los artículos vitales de ayuda lleguen a los más necesitados. Por el momento nos estamos cerciorando de que tiendas y mantas lleguen a las zonas afectadas antes de las nieves de invierno», explicó Anila Jacolin Gill, al frente del secretariado ejecutivo nacional del organismo católico en el país

Confirmó igualmente la implicación de «Caritas Pakistán» en reuniones de coordinación con otras organizaciones civiles y agencias de la ONU para empezar a prever las necesidades a largo plazo.

Ya han empezado a llegar las primeras tiendas de Lahore a Manshera, para su distribución desde la base de «Caritas» a las comunidades y pueblos golpeados por el terremoto.

El organismo además ha recibido petición de ayuda por parte de sacerdotes que trabajan con víctimas que han llegado a Abbottabad. Con apoyo de la organización, los sacerdotes intentan distribuir tiendas en Kaghan y Naran, por encima de la destruida Balakot.

Tras su paso por Balakot –«no queda una casa en pié»–, Tariq Raza, coordinador de emergencia con «Caritas Pakistán», relató cuanto le advirtió un tendero del lugar: «Podemos sobrevivir comiendo hierba, pero no sin tiendas en las temperaturas gélidas».

«Si no se proporciona a la gente refugio adecuado, con la entrada del invierno, que es muy severo, hay un elevado riesgo de infecciones respiratorias agudas y, por su puesto, de hipotermia», por eso las tiendas deben poder preservar el calor, «tiendas dentro de las cuales la gente pueda utilizar sus tradicionales braseros», explicó el doctor Mateen Ahmed Shaheen, que está colaborando con «Caritas Pakistán».

Aún hay pueblos aislados y miles de habitantes necesitarán atención médica urgente y refugio, además de mantas, cobertores plásticos y utensilios de cocina. «Cáritas Pakistán» ya ha identificado cuatro pueblos más –Garlag, Surange, Payan y Girare, cerca de Balakot—, adonde podrá llegar en los próximos días.

Mientras, la fuerte demanda de tiendas ha provocado en el país que su precio se eleve a más del doble del habitual.

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ZENIT Staff

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