Chile se reúne en torno a Benedicto XVI al canonizar al padre Hurtado

Su secreto, el «amor y entrega total a la voluntad de Dios»; asegura el Papa

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CIUDAD DEL VATICANO, 23 de octubre de 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI presentó este domingo el «amor y entrega total a la voluntad de Dios» como el secreto de la santidad del padre Alberto Hurtado, en la misa en la que proclamó la santidad de este chileno junto a la de otros cuatro hombres de Iglesia.

Más de siete mil chilenos aplaudieron y enarbolaron banderas de su país con entusiasmo desbordante cada uno de los momentos en los que el Papa pronunció el nombre del sacerdote jesuita.

El Santo Padre sintetizó el programa de su vida con estas palabras: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón… y a tu prójimo como a ti mismo». Y añadió: «Quiso identificarse con el Señor y amar con su mismo amor a los pobres», subrayó al evocar la figura del nuevo santo.

En la plaza de San Pedro del Vaticano la fiesta fue acompañada por un estupendo sol, que acababa con una serie de lluvias torrenciales de días pasados.

El padre Alberto Hurtado Cruchaga (1901-1952), místico y apóstol, es una de las figuras más destacadas en la historia de la Iglesia católica en Chile.

Tras la licencia en Derecho entró en la Compañía de Jesús. Como sacerdote, se dedicó al apostolado entre los jóvenes y a la enseñanza. Fue asistente de la Acción Católica y fundó «El Hogar de Cristo» para ayudar a los pobres sin techo. Fue beatificado por Juan Pablo II en 1994.

En la homilía de la misa de canonización, Benedicto XVI definió al padre Hurtado como un hombre que se dejó «conquistar por Cristo, siendo un verdadero contemplativo en la acción».

«En el amor y entrega total a la voluntad de Dios encontraba la fuerza para el apostolado –recordó el Santo Padre. Fundó El Hogar de Cristo para los más necesitados y los sin techo, ofreciéndoles un ambiente familiar lleno de calor humano».

En su ministerio sacerdotal, siguió evocando el obispo de Roma, «destacaba por su sencillez y disponibilidad hacia los demás, siendo una imagen viva del Maestro, «manso y humilde de corazón». Al final de sus días, entre los fuertes dolores de la enfermedad, aún tenía fuerzas para repetir: «Contento, Señor, contento», expresando así la alegría con la que siempre vivió».

Al final de la celebración eucarística, el Papa volvió a tomar la palabra en castellano para saludar «a mis hermanos obispos de Chile, al señor presidente de la República», Ricardo Lagos, allí presente, «y otras autoridades, así como a los numerosos chilenos que han venido».

«Que el ejemplo del nuevo Santo sea un estímulo para los católicos chilenos y también para los otros países de América Latina a ser portadores de la luz de Cristo en la sociedad actual. ¡Feliz fiesta para todos!», concluyó.

Al concluir la canonización, el cardenal Francisco Javier Errázuriz, arzobispo de Santiago, manifestó su alegría a la prensa por los momentos históricos que había vivido y consideró que
«lo más importante fue el mensaje del Papa».

«Él subrayó que lo propio del padre Hurtado es su amor a Dios y al amor al prójimo. Él siempre tuvo una vida muy rica en espíritu interior y compromiso apostólico. Lo demostró como nadie con su oración, con su adoración eucarística, con su espiritualidad», indicó el presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

«Así el hoy santo Alberto Hurtado se puso al servicio de los pobres y con esa expresión tan hermosa de que el pobre es Cristo invitó a todo Chile a una cruzada extraordinaria de servir a los más necesitados», señaló el purpurado chileno.

Por su parte, monseñor Alejandro Goic, obispo de Rancagua y presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, consideró que con la canonización del padre Hurtado se cumple una etapa en la vida de la Iglesia en ese país.

«Podemos decir misión cumplida, pues se ha canonizado al padre Hurtado. Sin embargo, el entusiasmo que ha despertado este acontecimiento, tanto en Chile como en Roma, nos desafía a una pastoral de un encuentro más profundo con Jesucristo», manifestó el prelado.

«Lo que más anhela Alberto Hurtado –agregó– es que todo cristiano católico se la juegue en serio en el seguimiento de Cristo y en vivir el Evangelio y las consecuencias del Evangelio que es trabajar por un mundo más justo, más equitativo, más humano. Por lo tanto, misión cumplida en cuanta a la canonización. Misión por cumplir en cuanto a las tareas que nos esperan por delante para ser fiel a las enseñanzas del padre Hurtado».

Mientras en Roma tenía lugar la canonización, en Chile, decenas de miles de personas se congregaron a las afueras del santuario del fundador del Hogar de Cristo en Estación Central durante la vigilia que preparó esa ceremonia.

En la mañana se celebró la multitudinaria misa por el nuevo santo, presidida por monseñor Gonzalo Duarte, obispo de Valparaíso y vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Chile en ese santuario.

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ZENIT Staff

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