MADRID, miércoles, 26 octubre 2005 (ZENIT.org).- Lejos de ser creación del Estado, la familia –patrimonio de la humanidad– es anterior y superior a éste, pero se opone a ella un «relativismo de los derechos» traducido en una autoridad «caprichosa» y en la supresión del derecho natural, advirtió el martes el presidente del dicasterio para la familia a su paso por la capital española.
«En los últimos años se han estado inventando literalmente nuevos derechos», «estamos sometidos hoy a un relativismo de los derechos», denunció el cardenal Alfonso López Trujillo al intervenir sobre «Los derechos de las familias» en la inauguración de curso de la Fundación Universitaria Española (www.fuesp.com).
«Vivimos en un momento en que hay una inflación de derechos –constató–, pero que son ideológicamente asumidos de manera que la libertad que dicen querer sólo se aplica en un sentido y se discrimina a los que no piensan lo mismo».
Esto, según advirtió el purpurado, «está ocasionando un gran daño a la sociedad y a la familia», pues «los derechos sagrados de la familia están gravemente amenazados con esta extraordinaria facilidad de crear de la nada derechos que no existen».
«Instrumento en manos de una cultura insensata, de una tecnología y de una ciencia que quiere aparecer carente de límites, cuando realmente los tiene», «el hombre se vuelve “cosa”, sobre la que se hacen manipulaciones» «y surgen nuevas definiciones sobre la vida y sus comienzos, sobre el matrimonio y sobre la familia», constató, según partes de su intervención citadas por «Análisis Digital» –órgano informativo de la archidiócesis de Madrid–.
Juan Pablo II, recordó el cardenal López Trujillo, dijo que la familia y el matrimonio son patrimonio de la humanidad.
«Ésta es la base de los pueblos, no hay pueblos sin familia. Los pueblos no se entenderían como tales sin la realidad gigantesca de la familia, que es su base y fundamento», recalcó, recordando que tanto para creyentes como para no creyentes la familia es un pilar fundamental.
«Ya en el pensamiento de Aristóteles y Platón se defiende que la familia no es creación del Estado, no es una amable concesión de los legisladores, sino que es anterior y superior al Estado», subrayó el presidente del Pontificio Consejo para la Familia.
Pero «los que inventan derechos imaginan que la familia es una condescendencia de la sociedad, producto y logro de los legisladores», al margen de «una visión de ley natural» y de «una antropología coherente», lamentó.
«Entonces los Parlamentos tienen la autoridad, autoridad caprichosa. Por esos caprichos la autoridad se vuelve totalitaria y creen que todo lo pueden hacer», alertó.
El purpurado recordó que Benedicto XVI dijo a los políticos que no pueden hacerse una idea caprichosa de la familia porque ésta no es un proyecto humano, sino que viene de Dios.
«Éste es el problema central en relación con los derechos de la familia en España –reconoció el cardenal López Trujillo–. Creen que la ley crea las cosas y es una forma de praxis irreverente. No creen que la ley es buena porque hace el bien, sino que la ley es buena porque es ley. Éste es el positivismo jurídico y es la forma más tranquila e irresponsable de concebir al hombre y a la sociedad».
«Parece que los políticos pueden imponer lo que quieran, el estilo de familia que quieran. Ellos defienden que en un matrimonio no se necesita un hombre y una mujer, sino dos personas, amparándose en que es un derecho de democracia, de mayoría. Todo está para ellos en la arbitrariedad y el capricho», describió.
En este contexto, de acuerdo con el purpurado, «hay que luchar por el derecho natural, que está siendo aplastado e ignorado».
Y es que «si la familia no tiene derechos, ¿qué puede esperarse de la sociedad?», cuestionó.
El cardenal López Trujillo insistió en que la familia, como pilar anterior y superior al Estado, no puede estar de espaldas a la sociedad. «Tiene unas funciones y tiene una soberanía. Esta soberanía está para que las familias políticamente se organicen», apuntó.
En su opinión muchas familias no han dado ese paso y por eso son víctimas de leyes impuestas. «Si las familias toman fuerza y exigen respeto, tarde o temprano serán escuchadas por los gobernantes. Si dejamos pasar impunemente todo lo que sucede en la sociedad, sin una lucha de pensamiento y de presencia, que mira al futuro, caeremos en una rendición», alertó.